El sábado pasado, la agencia de noticias The Associated Press (AP) difundió que, de acuerdo con la versión de un funcionario policial estadunidense, el gobierno de Estados Unidos supo primero que el sospechoso que murió acribillado, el domingo 7 de octubre, por los infantes de la Secretaría de Marina en Progreso Coahuila, era el líder y fundador de Los Zetas: Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca”. Lo supo, según esa fuente, incluso antes de que los oficiales dejaran el cadáver sin resguardo en una funeraria de Sabinas, Coahuila, donde le sería practicada la necropsia y donde, además, fue robado por un comando de hombres armados. El funcionario policiaco, quien pidió no ser identificado según aclara AP, dijo textual: “Ya lo habíamos confirmado antes de que se lo robaran”. Sin embargo, las autoridades estadunidenses no dieron detalles sobre la manera en que determinaron que se trataba de Lazcano Lazcano y sólo dijeron que tenían evidencia que confirmaba la identidad del criminal también apodado “Verdugo”. Tampoco han dicho si creían que la Secretaría de Marina también se enteró de la identidad de Lazcano poco después que realizaron la operación en que murió el cabecilla de Los Zetas y su chofer. De acuerdo con diversos medios de información, tanto oficiales de la Semar como de la Procuraduría General de la República (PGR) se abstuvieron de hacer declaraciones al respecto durante el resto del fin de semana que recién terminó. Esta nueva versión –sea o no cierta, pues nadie la ha desmentido–, añade otra carga de dudas a lo que debió ser una de las victorias más importantes del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa en su guerra contra el narco. El embarazoso robo del cadáver del cabecilla criminal, ha reducido ese golpe al crimen organizado a una oleada de chistes y burlas hacia el gobierno, pues el personaje no es menor: estamos hablando de la muerte de quizás el más importante cabecilla que haya caído hasta el momento en la ofensiva de Calderón Hinojosa contra los líderes de los cárteles de la droga en México; durante este sexenio, presume Gobierno Federal, 25 de los 37 traficantes más buscados de una lista divulgada en 2009 han sido atrapados o muertos. Las dudas son mayores aún, pues las policías mexicanas, el Ejército y la propia Marina a menudo trabajan con informes de inteligencia provistos por las autoridades estadunidenses, principalmente la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), sobre la ubicación y desplazamientos de los cabecillas del narcotráfico. Pero, desde que se conoció la noticia, tanto las autoridades mexicanas como las estadunidenses reconocieron que la Secretaría de Marina se encontró con “El Lazca” sólo por casualidad antes del ataque del domingo 7 de octubre. De hecho, la propia DEA tardó casi cuatro días en reconocer y felicitar al gobierno de FCH por ese golpe, cuando en otras ocasiones ha reaccionado de inmediato. Las preguntas siguen reproduciéndose en la opinión pública, tanto de México como del extranjero, pues las irregularidades en este caso han dado la vuelta al mundo a través de los medios de comunicación. Ahora, esta nueva versión difundida por AP abona también a la desconfianza. Si lo que la agencia afirma es verdad, si EU se enteró de que el muerto era “El Lazca” incluso antes de que sus huestes robaran su cadáver, se deben dar detalles del asunto y el gobierno mexicano debe exigir que se aclare esa situación. El silencio de las autoridades mexicanas ante esa afirmación no es bueno para nadie, ante un caso que ha evidenciado debilidades por parte del gobierno en la coordinación de la lucha contra el crimen. Lo dicho: lo que debió ser un triunfo de Calderón Hinojosa en esta guerra sangrienta, se ha vuelto un caso que, de no aclararse con suficiencia, servirá como referencia del fracaso de una estrategia de seis años que nunca pudo establecer una verdadera red de inteligencia.