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Las momias Chinchorro: El misterioso arte funerario

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CÓRDOBA
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Hace más de 7 mil años, en la árida costa del desierto de Atacama, en Chile, un grupo de cazadores y recolectores marinos desarrolló una tecnología funeraria única en el mundo. Se trata de la cultura Chinchorro, reconocida por su avanzada técnica de momificación artificial, practicada más de dos mil años antes que los egipcios.

Este legado arqueológico es tan significativo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó los asentamientos y las momificaciones de la cultura Chinchorro en la Lista de Patrimonio Mundial. La Unesco destacó que esta cultura representa la evidencia más antigua de momificación artificial, reflejando el papel central de los muertos en su sociedad.

Los Chinchorro: Un Pueblo Pescador y Recolector

La cultura Chinchorro se asentó entre los puertos de Ilo, en Perú, y Antofagasta, en Chile. A pesar de la extrema aridez del territorio, la corriente de Humboldt proporcionaba una abundante fuente de recursos marinos, lo que permitió a este pueblo especializarse en la pesca y recolección marina.

Desarrollaron herramientas innovadoras como anzuelos de espinas de cactus y puntas de arpón. Según la Unesco, se han hallado instrumentos de hueso, conchas, minerales y vegetales que evidencian su destreza para la explotación intensiva del océano.

Un hallazgo sorprendente es la presencia de tumores en los oídos de algunas momias, lo que indica que los Chinchorro buceaban a grandes profundidades. Esto les permitió establecer asentamientos semipermanentes en desembocaduras de ríos y quebradas. Se cree que vivían en pequeñas bandas de entre 30 y 50 personas, posiblemente emparentadas entre sí.

La Técnica Única de Momificación de los Chinchorro

Lo que más asombra de la cultura Chinchorro es su compleja técnica de momificación. Según la Universidad de Tarapacá de Chile, el proceso comenzaba con la extracción de órganos y vísceras, sustituyéndolos con materiales como vegetales, plumas, cuero y lana.

El cuero cabelludo y la piel del rostro eran removidos, mientras que el cráneo se intervenía para extraer el cerebro y rellenarlo con cenizas, tierras y pelos de animal. Posteriormente, se modelaba el rostro, se añadía una peluca de cabello humano y se vestía el cuerpo con tejido vegetal, para finalmente ser cubierto con arcilla.

Inicialmente, los Chinchorro solo momificaban a recién nacidos y niños, pero alrededor del año 3000 a.C., extendieron la práctica a toda la sociedad.

Tipos de Momias Encontradas

Los arqueólogos han estudiado 208 momias Chinchorro, identificando tres tipos principales de momificación:

  • Momias negras: Cubiertas con óxido de manganeso.
  • Momias rojas: Pintadas con óxido de hierro.
  • Momias vendadas: Envueltas en fibras vegetales.

A diferencia de los egipcios, que sofisticaron su proceso con el tiempo, los Chinchorro simplificaron su técnica en las etapas tardías.

Las momias Chinchorro eran consideradas parte del mundo de los vivos, por lo que se les dejaban los ojos y la boca abiertos y eran transportadas en camillas antes de ser enterradas colectivamente.

Hipótesis sobre el Origen de la Momificación Chinchorro

El investigador Bernardo Arriaza, de la Universidad de Tarapacá, ha propuesto una teoría sobre el origen de la momificación en esta cultura. Según Arriaza, los niveles de arsénico en el agua de los valles de Camarones, al norte de Chile, eran extremadamente altos, lo que pudo haber causado muertes prematuras y abortos espontáneos.

Para mitigar el dolor por la pérdida de sus hijos, los Chinchorro comenzaron a ornamentar y preservar los cuerpos de los fallecidos, dando inicio a su arte mortuorio.

Gracias al ambiente desértico y la salinidad del suelo, alrededor de 120 momias Chinchorro se han preservado y hoy se exhiben en el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, en Chile.

El Legado de la Cultura Chinchorro

Desde el 2021, las momias forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco, consolidando el legado de esta civilización milenaria. Sin embargo, su estudio comenzó a inicios del siglo XX, cuando el arqueólogo alemán Max Uhle realizó las primeras investigaciones y las denominó “los aborígenes de Arica”.

Hoy en día, en el Museo Colón 10, ubicado en las faldas del Morro, se exhiben algunas de las 300 momias encontradas hasta ahora, mientras que el Centro de Gestión de Chinchorro de la Universidad de Tarapacá trabaja en la preservación de 6 mil metros cuadrados de restos arqueológicos.

El arqueólogo Iván Astudillo ha señalado que los asentamientos modernos en Arica están construidos sobre antiguos cementerios Chinchorro. “Existe una coexistencia entre la población moderna y estas poblaciones milenarias, convirtiéndose en un símbolo identitario de la región”, afirma.

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