Ni en el capítulo octavo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de mi tocayo Miguel de Cervantes Saa-vedra, en el que se narra la lucha contra los molinos de viento —supuestos gigantes imaginarios— se le pudiera haber ocurrido narrar las batallas y luchas que se están librando en diversos escenarios en el Estado de Veracruz, como consecuencia de los desmedidos actos de corrupción protagonizados por Javier Duarte de Ochoa, sus familiares y funcionarios de su Administración de bandidos.
Habría que recordar la lucha de Don Quijote con los molinos de viento, que aquí en Veracruz serían contra las dependencias encargadas del manejo de los recursos financieros, para que les paguen adeudos multimillonarios que nadie ha podido explicar a dónde fueron a parar.
Miguel de Cervantes en su obsesión por encontrar nuevas aventuras, como las que él ha leído miles de veces en los libros de caballería, le han hecho enloquecer, por ello Don Quijote cree ver gigantes en los molinos de viento y, pese a las llamadas a la prudencia de Sancho, se lanza a todo galope contra uno de los molinos.
En la embestida el caballero no sale bien parado, pues “dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo”.
El pasaje ha pasado a la historia de la literatura y la psicología, como símbolo de lo “quijotesco”, es decir, de la lucha de los hombres contra enemigos imaginarios o la defensa de una idea o una actitud de vida más allá de la razón y el sentido común.
Así hoy en día, se narran en las noticias de prácticamente todos los medios de comunicación, las hazañas y las batallas que deben de librar todos los que se han visto afectados por el más grande desvío de recursos económicos —miles de millones de pesos— en la historia de la Entidad veracruzana.
Cuándo nos íbamos a imaginar, que cerca de 90 alcaldes de diversos partidos, realizaran lo que se denominó la “Toma de Palacio” de Gobierno del Estado, para demandar la entrega de más de 3 mil 300 millones de pesos que fueron enviados por la Federación, pero que no fueron repartidos como lo establece la Ley, sino que fueron ocupados en otros asuntos.
Pero también en un hecho inédito, el Congreso de Veracruz —el mismo que hasta hace unos días hacía todo lo que le mandaba el exgobernador Javier Duarte— aprobó este lunes el informe de resultados de la Cuenta Pública 2015, donde se estima un daño patrimonial por un monto total de 16 mil 349 millones 315 mil 072.95 pesos, con casos como el de las “empresas fantasma”.
Cuándo nos íbamos a imaginar, que el Gobernador del Estado habría de pedir licencia para separarse del cargo y poder huir, para no ser detenido por una serie de graves delitos, entre otros el lavado de dinero, por miles y miles de millones de pesos.
En la Plaza Lerdo, prácticamente ya no cabe ni una manifestación más, de toda clase de agrupaciones y asociaciones políticas, que a unos días reclaman el pago de supuestos adeudos o el reparto de más canojias para los líderes.
Pero las manifestaciones son constantes y a diario, desde los maestros que reclaman pagos, los jubilados que no les cumplen, alumnos que no reciben sus becas y la lista es prácticamente interminable, en el mundo quijotesco que se ha convertido la Entidad veracruzana, en donde todo mundo se lanza contra los molinos de viento —dependencias estatales— en busca del pago de sus deudas, pero resulta que al final de cuentas, todo eso es una mera ilusión, que en algunos casos raya en la locura, al igual que en la narración de Don Quijote de la Mancha, que en Veracruz, tendría hoy terreno fértil para escribir mil y una historias de pillerías.
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POR: Miguel Ángel Cristiani González / COLUMNISTA