Ellos construyeron el prestigio de los estudios y forjaron con su talento y carisma el mito de las estrellas de Hollywood, el único lugar del planeta donde los sueños se hacen realidad, pero también las pesadillas… pues, a pesar de su invaluable legado a la Meca del Cine, nunca fueron reconocidos con una estatuilla de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de EU.
Charles Chaplin hizo reír y pensar a varias generaciones con su genial Charlot, pero al Oscar eso no le hizo mucha gracia y lo olvidó, tras ser injustamente perseguido por el Macarthismo, hasta que la Academia reconoció su error, algo tarde, en 1972, otorgándole una estatuilla honoraria en una de las ceremonias más emotivas e inolvidables de toda su historia.
El indiscutible maestro del suspenso y quien redefinió para siempre el concepto de thriller cinematográfico, el británico Alfred Hitchcock de las cinco ocasiones que estuvo postulado nunca consiguió subir a recibir el codiciado premio (Rebecca, en 1941; Lifeboat, en 1945; Spellbound, en 1946; Rear Window, en 1955 y Psicosis, en 1961), pero sí dejó para la posteridad una inmejorable filmografía de clásicos para estar al filo de la butaca. Al final de sus días, como Chaplin, recibió de la Academia la estatuilla honorífica Irving G. Thalberg.
Más tarde en 1955, Oscar cometería otra injusticia al dejar sin premio a James Dean por su interpretación en East Of Eden y entregárselo a Ernest Borgnine por Marty, perdiendo no sólo credibilidad sino la dorada oportunidad de reivindicarse al reconocer póstumamente al eterno rebelde sin causa de Hollywood.
Posiblemente el más grande mito del cine y sex symbol a perpetuidad, Marilyn Monroe fue olvidada por los estirados miembros de la Academia que nunca entendieron que talento y belleza sí se conjugan sólo basta ver la película Some Like It Hot donde la rubia con cuerpo tallado por Dios y caderas esculpidas por el diablo luce espléndida, al lado de Tony Curtis y Jack Lemmon bajo la dirección de Billy Wilder.
Un ejemplo típico de despojo al mérito se dio en 1942 al no concederle el premio a Mejor Película a Citizen Kane, un filme que resumió todas las técnicas visuales y narrativas, y que desde hace cuatro décadas se mantiene como la mejor cinta de la historia. la ganadora de ese año fue How Green Was My Valley, de John Ford.
A pesar de que por fin se recompensó con una estatuilla al brillante realizador Martin Scorsese con The Departed, en 2007, fue casi una grosería no darle el premio en 1991 a la Mejor Película por Goodfellas en lugar de concedérselo a Dances With Wolves, del insufrible Kevin Costner.
También ya en tiempos más recientes Oscar no ha dejado de cometer injusticias y olvidarse del mérito de actores y directores taquilleros, versátiles y hasta de culto (ya que al parecer sólo conoce a Tom Hanks), como Harrison Ford (Blade Runner), Brad Davis (Midnight Express), John Travolta (Pulp Fiction), Julianne Moore (Boogie Nights), Ellen Burstyn (Requiem For A Dream) y el realizador Stanley Kubrick (2001: A Space Odyssey, A Clockwork Orange y The Shining), entre muchos más de una larga lista nada digna de presumirse.
aGENCIA