Por Verónica Carbajal García / columnista
“Me acuerdo que caminaba entre los muertos. Estaban tirados por toda la carretera”. “El auditorio de Maltrata se convirtió en una gigantesca morgue”. “Los cuerpos inertes apilados, para luego formar filas con ellos”. “Jamás en mi vida había visto tantos cuerpos”. Las Cumbres de Maltrata, ese tramo de autopista serpenteada, engañosa, de pendiente demasiado empinada y dificultosa, en la que no se puede confiar y no debe confiar quien la maneja, es para algunos veteranos periodistas de esta región, un legajo de historias de accidentes fatales, de muerte y por desgracia, de peregrinos.
Este miércoles otra tragedia queda para esas memorias, otra vez un autobús y, otra vez, devotos fervorosos.
Los hechos lamentables esta vez ocurrieron en la autopista tramo Acatzingo-Ciudad Mendoza, municipio de Maltrata, un tráiler sin frenos alcanzó a un autobús y ambos se incendiaron. El saldo, más de dos decenas de fallecidos y muchos más heridos.
En estos tiempos de redes sociales y de “periodistas ciudadanos” fue posible conocer del terrible accidente a los pocos minutos, con fotos y videos donde se observaron las llamas, el humo negro saliendo del sitio del accidente, los montones de fierro y lo que parece un basural esparcido en el perímetro del accidente. Algún cuerpo inerte también.
La carretera cerrada, los grupos de rescate, las ambulancias llevando heridos al Hospital Regional de Río Blanco, los cuerpos al Semefo, las entrevistas a familiares de heridos y fallecidos.
La memoria se activa y trae el recuerdo de al menos dos accidentes pasados ocurridos en esa ruta siniestra de las Cumbres de Maltrata. Así me lo platicaron algunos experimentados compañeros y amigos periodistas de esta región Centro.
“Me acuerdo que caminaba entre los muertos. Estaban tirados por toda la carretera”, narró la experimentada y profesional periodista Auricela Castro García, a quien le tocó cubrir hace unos 25 años cuando un autobús atropelló a un grupo de peregrinos allá en La Ermita de las Cumbres de Maltrata, acontecimiento registrado como uno de los más trágicos.
En aquel tiempo no cerraban la carretera federal y la gente que iba a dar “Las Mañanitas” se quedaba sobre el camino. Un autobús de la línea Teontepec se quedó sin frenos, arrolló primero a una camioneta Datsun, todos sus ocupantes murieron, luego atropelló a los peregrinos que estaban acostados. Fue un 5 de diciembre, ese día le tocaba a los de Tehuacán llevar su peregrinación. Eran las 4 de la mañana. Se perdieron 36 vidas aquella vez.
Los otros recuerdos son del 2006, cuando un autobús con feligreses de la iglesia Pentecostal, sin frenos, salió de una rampa de emergencia y se fue al barranco. “El auditorio de Maltrata se convirtió en una gigantesca morgue, ahí vi llegar a una mamá llorando, se desmayó junto al féretro de su hijo”, me platicó Fernando Inés Carmona, veterano y destacado periodista, “el olor a formol para la conservación de los cuerpos era penetrante porque ese día hizo mucho calor”.
Los periodistas somos tan humanos como cualquiera, lo que vemos también puede marcarnos. En lo personal recuerdo las camionetas llegando al auditorio, con los cuerpos inertes apilados en las bateas, para luego formar con ellos, filas en el suelo del auditorio, todos deformados por las múltiples fracturas, y al médico haciendo necropsias ahí mismo.
Aquella vez fueron 57 fallecidos. “El olor, en el auditorio. Llegué a mi casa a bañarme y sentí que no se me quitaba. Me sentí así por dos días. Jamás en mi vida había visto tantos cuerpos” dice Alejandro Payán, otro reportero que cubrió el hecho. Aquella vez el milagro fue una pequeña que contó cómo la protegió su abuela para salvarle la vida, Orfa Elisa, el milagro.
Esta vez los ocupantes del autobús accidentado, originarios de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, venían de Juquila, Oaxaca, relataron algunos familiares. Seguro también será recordado, como otro de los accidentes funestos ocurridos en esas cumbres de la tragedia.
Recién el papa Francisco dijo que tanto infortunio en nuestro País es “como si el diablo le tuviera bronca a México”. Cuando se ve tanta desgracia, pareciera que es así.
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