El lunes de esta semana nos despertamos con la noticia de que el producto interno de China había crecido 7.7% en el primer trimestre de este año; si le damos la vuelta al mundo difícilmente encontraremos otra nación con crecimientos similares, pero además hay que tomar en cuenta que este país, hoy, ya es la segunda economía más grande del mundo.
El resultado económico del primer trimestre desanimó a los mercados por dos razones: porque en el trimestre anterior (octubre-diciembre de 2012), el incremento fue de 7.9% y los analistas estimaban que este año crecería a 8%. No cabe duda de que al comparar el último trimestre del año pasado con el primero del actual, se marca una pequeña tendencia a la baja que no quiere decir nada más que eso; si los analistas estaban esperando 8% y se desilusionaron no fue porque el gobierno chino los haya engañado, la actual administración de ese país dijo desde hace varios meses que su propósito era crecer 7.5% a lo largo del 2013, lo cual, desde mi punto de vista, se va a lograr sin mayor problema.
Yo tengo la impresión de que ese enorme país que ha venido desarrollándose a tasas cercanas a 10% los últimos diez años, no podrá mantener ese ritmo para los siguientes diez, simplemente porque hoy día es una economía mucho más grande y por lo tanto no deberíamos de exigirle crecimientos por encima de lo que es razonable.
La disminución en el ritmo de China fue provocada por ellos mismos. El año anterior observaron, si no mal recuerdo por el mes de marzo, que la inflación estaba tocando límites poco deseados y muy cercanos a 7%; por esa razón ellos mismos frenaron su economía incrementando las tasas de interés pidiendo a los bancos crear más reservas obligatorias, y desalentaron el crédito tanto hipotecario como de consumo. Probablemente las medidas que se tomaron fueron excesivas, pero el proceso económico no es una ciencia exacta; cuando la economía se desaceleró sensiblemente empezaron a tomar dichas medidas al revés –es decir, a liberar los procesos económicos y la política monetaria– dando como resultado que la economía China comenzara a crecer.
Si China mantiene el ritmo actual, que es 7.5% a 8%, no tengo la menor duda de que en menos de 15 años podrá ser la primera economía del mundo; por eso ante la noticia del lunes yo creo que los mercados exageraron la reacción negativa, que además estuvo influida por los lamentables incidentes en Boston que se dieron un poco antes del cierre de los mercados en los Estados Unidos. El día martes los mercados rebotaron cuando lo anunciado en China fue digerido; pero ayer la baja que sufrieron obedeció más que nada al informe del Fondo Monetario Internacional, en el que reduce la expectativa económica para todo el planeta.
No hay que olvidar que los mercados líderes del mundo, que son los de Estados Unidos, están tocando máximos históricos, lo que hace que sean más vulnerables cuando los acontecimientos no son excelentes, pues éstos sirven de pretexto para tomar utilidades; sin embargo todo indica que la tendencia, cuando menos para EU y Japón, así como para los países en vías de desarrollo, es bastante halagüeña.
El comportamiento que cuesta mucho más trabajo pronosticar, es el de los mercados europeos, continente que sigue empantanado en una crisis financiera con un banco central que no toma decisiones, de tal forma que hoy nadie sabe a ciencia cierta si el euro se va a mantener como moneda única para los países que conforman la unidad monetaria y tampoco es factible predecir cuándo saldrán de su crisis. Opino que si el Banco Central Europeo (BCE) mantiene su posición de no emitir euros para comprar bonos soberanos de los miembros de la Unión Monetaria, el tema no se va a resolver o tomará mucho más tiempo del deseado.
Es lamentable que Alemania, que es el principal opositor a que el BCE tenga una política monetaria expansiva, no reconozca que su estrategia de austeridad con un instituto central tan ortodoxo, simple y sencillamente no ha dado resultados. En épocas de crisis y situaciones difíciles hay que tomar riesgos y ser creativo porque la mayor parte de las veces la ortodoxia, en ese ambiente, no funciona.