Si los argumentos del gobierno canadiense fueron válidos para imponer la visa a los mexicanos, también es una medida que por principio, no debería aplicarse a un amigo cercano por muchas diferencias que haya en el nivel de vida de sus respectivos habitantes.
Guardadas las proporciones, es como si un camarada fraterno le dijera al otro: “Puedes venir a mi casa, siempre y cuando me pidas permiso antes”.
Lo que ya también parece un hecho es que, no obstante las gestiones y las críticas que ha hecho Francisco Suárez Dávila, embajador de México en Canadá; el primer ministro Stephen Harper no anunciará la supresión de la visa durante la visita que realiza a nuestro país.
La actitud no sólo tiene inconsistencias diplomáticas sino que además va en contra de las recomendaciones de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y afecta el negocio de los viajes y significativamente para los empresarios canadienses.
Es cierto que fue el abuso de algunos mexicanos lo que motivó la medida, pero también se hubieran podido identificar otras opciones como establecer sanciones severas a aquellos que defraudaron a ese país.
Si bien no hay un cambio radical en las condiciones de México desde que se obligó a los mexicanos a tramitar su visa, también es cierto que las perspectivas y el gobierno son otros.
Las reformas del año pasado anticipan un mayor crecimiento para México, que además hoy es uno de los países que ya están mostrando un mejor desempeño en la región incluso por encima del gigante latinoamericano, Brasil, cuya economía se encuentra frente a una perspectiva de recesión.
En México, el problema de la pobreza es muy significativo, pero también se trata de una nación con 110 millones de habitantes con una clase media que paulatinamente se ha ido ensanchando.
Y Canadá si bien tiene niveles de vida muy elevados, posee una población de apenas la tercera parte que México.
Además las relaciones económicas estrechas se generan apostando al futuro y no cuando ya no hay retos que solucionar.
Canadá hoy tendría la oportunidad de apostar por esas reformas que están haciendo voltear la vista de los inversionistas hacia México.
En todo caso la perspectiva de lo que anunciará el primer ministro canadiense en relación con este tema, es reducir los requisitos para obtener la visa y hacer más simple el trámite.
Actualmente sólo ocho por ciento de las solicitudes de visa son rechazadas, pero hay oportunidades para mejorar los procesos y ampliar los criterios.
La visa tampoco le gusta a los empresarios canadienses que han visto una reducción de 45% del mercado que tenía con los viajeros mexicanos.
Si México crece, la visa desaparecerá. Aunque lo deseable sería que hoy los políticos con visión le apostaran a esta relación de amigos.