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LA TURBA HISTÉRICA

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo  / columnista

Se ha dicho que los que se dedican al servicio público y los que están expuestos permanentemente a la cobertura mediática deben ser “políticamente correctos”, una expresión acuñada para dar entender que no se deben tocar determinados temas a fin de no ofender las ‘buenas consciencias’ que adoptan modas de defensa colectiva y hacen juicios sumarios contra aquellos que se salten esas reglas.

Los temas feministas son de los más socorridos en este entendimiento. Vaya, la mordacidad e intolerancia es tal que a las feministas ya se les rebautizó, desde hace un buen rato, como “feminazis”. Otro ejemplo, hoy muy vigente, son los seguidores del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, a los que el vulgo ha apodado “Pejezombis” y “Chairos”, y que son verdaderas hordas de neandertales que ajustician a todo aquel que cuestione al candidato presidencial de Morena.

Claro, son valientes en las redes sociales, amotinados cibernéticos y sus hogueras están en el Feisbuk, el Tuiter o el WhatsApp, donde juzgan, condenan y cuelgan a todo aquel osado que moleste al caudillo. El ajusticiado más reciente fue el periodista Ricardo Alemán, quien lanzó un tuit sugiriendo que los mismos seguidores de López Obrador sigan una tendencia -sugerida, que no comprobada- de algunos admiradores de estrellas de la música que atentaron contra la vida de sus ídolos. Ricardo Alemán ya fue despedido de Televisa, Canal Once y el diario Milenio por ese exabrupto.

La ‘chairada’ creó un slogan para las redes sociales: “#NoAlPeriodismoSicario” y todos se fueron con la finta, incluyendo a los comunicadores en ese afán justiciero y ¿purificador? del ejercicio periodístico. La intención de reprobar sugerencias asesinas está bien, pero el resbalón está en que las redes sociales son espacios personales no públicos, y por ende, cada quien puede expresarse como le acomode.

Si Ricardo Alemán hubiera publicado esa sugerencia en sus columnas o en sus espacios de opinión televisiva y radiofónica, se justificaría parcialmente la andanada. Además, hay un desbalance marcado: ¿por qué ajusticiar a un periodista y no al escritor Paco Ignacio Taibo que sugirió fusilar en el Cerro de las Campanas de Querétaro a todos los que se apongan al proyecto de López Obrador, como se hizo con Maximiliano de Habsburgo en 1867 ? ¿Acaso no es el mismo llamado al asesinato? Y Taibo lo hizo en una declaración pública, no en espacios personales de sus redes sociales.

 ¿Por qué no se hizo el mismo escándalo cuando la politóloga Denisse Dreser dijo que se necesitaba un “piloto depresivo” para el avión presidencial en referencia a la aeronave de Lufthansa, que fue estrellada adrede en los Alpes Franceses en marzo del 2015 por uno de los pilotos esquizofrénicos? Eso sí fue en las redes sociales y un exabrupto similar al de Alemán, pues sugería el magnicidio, pero los neandertales lo celebraron y retuitearon hasta el cansancio. ¿Doble moral, doble rasero?

Ricardo Alemán puede no agradar a muchos por sus posiciones políticas e ideológicas al hacer periodismo, pero buscar censurarlo porque no comulga con una expresión política o por ser hipercrítico de un personaje es regresar a la Edad Media y abrir una puerta muy peligrosa para el ejercicio informativo. Fue un round que ganaron los ‘chairos’ y que los envalentona para después pedir que se descabece a cualquiera.  Hubo una ‘histerización’ colectiva, usando el término del psicólogo Michel Foucault.

Si en México se editara una revista como Charlie Hebdo, de París, en cuyas páginas se ha dibujado al profeta Mahoma con una bomba encendida en la cabeza, o a las víctimas de los atentados riéndose desmembrados y escurriendo en sangre, o a Dios Padre fornicando con el Espíritu Santo, ya habrían quemado la Redacción con los caricaturistas adentro, o como sucedió en la ciudad gala en el 2015, cuando un grupo de terroristas musulmanes irrumpió a balazos en la revista, matando 12 redactores y caricaturistas.

Guardando distancias y tamaños, lo sucedido con Ricardo Alemán es también una muestra de una sociedad intolerante que cae en la histeria colectiva, azuzada por una turba de salvajes. Esa sociedad reprueba cualquier examen sobre libertad de expresión. En este caso, que algunos sugieren podría ser un ‘botón de muestra’ de lo que vendría en un futuro inmediato. ¡Alerta! Hay que revisar la historia: cuando se comienza a callar voces, aunque sean las más estridentes, “se invita a la mesa al señor El Fascismo”, como sostienen los pensadores franceses.

IMPRUDENCIA POLÍTICA

De los histéricos pasamos a los imprudentes. El alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez y sus asesores no saben calcular los golpes políticos, pues iniciaron un pleito mediático con el gobernador Miguel Ángel Yunes usando un pretexto que inmediatamente se les volvió en contra: bloquear la instalación de cámaras de videovigilancia, que son parte de un programa para combatir la inseguridad pública.

Lo malo no es que mida fuerzas con el Mandatario en funciones, de diferente militancia política, sino que caigan en la imprudencia política que le acarreará más negativos que positivos. El edil Rodríguez ya le dio el pretexto ideal al Gobierno del Estado para acusar que Morena está en contra de combatir a los delincuentes -a los que quiere dar amnistía, por cierto- y de paso castigar a los xalapeños retirando la inversión en ese proyecto y trasladándola a otros municipios.

De hecho, el alcalde de Ciudad Mendoza, Melitón Reyes Larios -hermano, por cierto, del arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios- ya pidió que esa tecnología que rechaza el Edil xalapeño la instalen en su municipio. ¿Novatez de Hipólito Rodríguez? No, más bien es la impericia en escaramuzas políticas de la zacatecana Rocío Nahle -la verdadera mandamás en Morena y la que les dicta la plana a los ediles de ese partido- y el mal asesoramiento de los enviados de López Obrador, que metieron en un brete al alcalde xalapeño.

Por cierto, el tabasqueño López Obrador estuvo ayer de gira en el Norte del Estado. Allí, hizo un llamado muy particular a sus seguidores que demuestra las tendencias a nivel estatal. Les pidió rechazar el llamado “voto diferenciado” -es decir, votar por una persona para la Presidencia de la República y por otra para la Gubernatura o para las Diputaciones o Senadurías- y hacer uso del “voto parejo”.

Es el voto en cascada, el voto sin miramiento, el voto sin reflexión, el voto corporativo, el voto por ordenanza. Lo han llamado de muchas formas los analistas y es lo que pide López Obrador ante la posibilidad de que el candidato al Gobierno local, el xalapeño Cuitláhuac García, sea repudiado en las urnas y sus seguidores sólo sufraguen por él en la boleta, despreciando las propuestas de Morena en Veracruz. En Morena hay miedo al voto de castigo, pues.

 

“PEÑA ES HONESTO”: MEADE

Hay preguntas que son telúricas y respuestas que aniquilan políticamente. Una de ellas lanzó el panista Ricardo Anaya al priista -aunque diga que no lo es- José Antonio Meade durante el primer debate presidencial: ¿Enrique Peña Nieto es honesto? Meade Kuribreña no la contestó en ese foro ya que lo habría aniquilado en vivo y en directo desde la primera escaramuza.

Sin embargo, hace días, en una entrevista colectiva organizada por Milenio Televisión, se retomó el cuestionamiento. ¿Peña es honesto? Le lanzaron a Meade, y la respuesta fue ácido fluorhídrico -el más corrosivo existente-: “Sí”, dijo Meade. La pregunta la hizo el politólogo Jesús Silva Herzog Jr., quien le señaló al entrevistado que era un cuestionamiento “que se necesita responder con un monosílabo”.

Meade se tardó casi veinte días en responderla, pero ese “sí” que exonera a Peña Nieto de todos los señalamientos de corrupción le pesará para siempre. ¿Quién votará por ese que asegura que Peña es honesto? La respuesta fue un baño de ácido. “Tú nos dices que (Peña Nieto) es un presidente honesto en medio de un Gobierno corrupto, porque de la corrupción del Gobierno no hay ninguna duda, y nos dices (que fuiste) un secretario de Hacienda en medio de un Gobierno corrupto”, le acotó Héctor Aguilar Camín. “Eso lo dijiste tú”, reviró Meade. “No, eso lo dices tú”, le recalcó Aguilar Camín.

¿Con tal respuesta del priista, qué más se puede agregar en su defensa, para sacarlo a flote de ese lejano tercer lugar de las previsiones de voto? Muy poco, por no decir que nada. Eso sí, en la misma entrevista hubo otras respuestas que lo hunden más. Por ejemplo, la que hizo la periodista Azucena Uresti: ¿El PRI genera confianza? –“Sí”, volvió a responder Meade.

-“¿No le pesa el PRI?”, agregó Uresti. -“Estamos haciendo equipo y vamos a ganar”, respondió. –“¿No le pesa?”, insistió la entrevistadora-. “Estamos haciendo equipo y vamos a ganar”, repitió casi como una recitación. Y por supuesto, no podía faltar el exgobernador Javier Duarte de Ochoa en ese coctel venenoso para el candidato priista.

-“Usted fue secretario de Hacienda dos veces, un año con Felipe Calderón y un año con Enrique Peña Nieto, ¿durante esos dos años qué supo usted o no supo nada de César Duarte, de Javier Duarte, de Roberto Borge? Creo que esos dos años son suficientes para saber el entramado, para saber que estos cuates desviaban recursos”, preguntó Juan Pablo Becerra.

– “¿Y dónde están?”, viró Meade en referencia a que al menos dos de ellos están en prisión. “Pero (fue) porque hubo cambios de gobiernos (en los estados), le aclaró Carlos Puig, quien también le recordó que el mismo expresidente Felipe Calderón -en cuyo sexenio fue también secretario de Hacienda- reveló en el 2016, durante el cierre de campaña de Miguel Ángel Yunes -entonces candidato de la alianza PAN-PRD-, que Duarte de Ochoa había hecho una transferencia por más de 2 mil millones de pesos de una cuenta bancaria a otra, totalmente irregular en un solo día y que fue detectada por el Gobierno Federal.

“Y tú eras el secretario de Hacienda”, le machacó Puig a Meade Kuribreña. “Sabes por qué lo hicieron, para pagar a los maestros. Era una nómina que se entregaba a los gobernadores para pagar a los maestros, por eso luego se cambió la Ley”. Increíble, pero cierto, el candidato presidencial del PRI defendió a Duarte de Ochoa cuando tuvo la oportunidad de fustigarlo.

Cuando el resto de los panelistas le formuló más cuestionamientos sobre el exGobernador veracruzano y de otros exandatarios estatales que hoy son “símbolos del estercolero” -como le señalaron-, Meade se limitó a decirles: “Si los quieren entrevistar vayan a verlos (a la cárcel). Vaya forma de hacerse un harakiri. En esa entrevista se corroboró que hay preguntas lapidarias y respuestas que matan…políticamente.

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