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París.- En el corazón de París, Francia, yace la tumba de Marie Curie, una de las mentes más brillantes de la historia. Su sepultura, ubicada en el Panteón de París, está revestida con una capa de plomo de una pulgada de espesor, un detalle único diseñado para proteger a los visitantes de la radiación que todavía emana de sus restos. Este peculiar homenaje refleja tanto la grandeza de su legado como el costo personal de sus descubrimientos.
Marie Curie, científica franco-polaca, rompió barreras al convertirse en la primera mujer en ganar un Premio Nobel y la única persona en recibir este galardón en dos disciplinas científicas: Física en 1903 y Química en 1911. Su trabajo pionero en el descubrimiento del radio, el polonio y el concepto de radiactividad transformó la ciencia y abrió nuevos caminos en la medicina y la física nuclear.
A pesar de las restricciones educativas impuestas por su sexo en Polonia, Curie desafió las normas sociales al estudiar en la clandestina “Universidad Voladora”. Fue allí donde sentó las bases para sus revolucionarios hallazgos, enfrentándose a un sistema que buscaba limitar su acceso al conocimiento.
Sin embargo, su dedicación tuvo un precio devastador. Curie trabajaba incansablemente en su laboratorio, manipulando radio sin conocimiento de sus efectos nocivos. A menudo llevaba muestras en sus bolsillos y admiraba su brillo característico en la oscuridad. Esta exposición constante le causó anemia aplásica, enfermedad que la llevó a la muerte en 1934.
Hoy, tanto los restos de Curie como sus pertenencias personales, incluidos sus cuadernos de laboratorio, siguen siendo altamente radiactivos. Se estima que continuarán siendo peligrosos durante al menos mil 500 años. Este hecho, aunque alarmante, es un recordatorio tangible de la magnitud de sus contribuciones a la ciencia.
Marie Curie no solo redefinió los límites del conocimiento humano, sino que también desafió las barreras de género en una época en la que la ciencia era dominada por hombres. Su legado, resguardado tras una capa de plomo, sigue inspirando a generaciones de científicos y recordándonos el poder del ingenio humano frente a la adversidad.