Por Andrés Timoteo / columnista
LA SIERRA ENOJADA
Son noticias aparentemente sueltas, pero que hilvanadas con otros sucesos anteriores retratan el abandono oficial y el hartazgo civil en las zonas rurales de la entidad. En el municipio de La Perla cinco individuos que atracaron un comercio e intentaron plagiar a un niño iban a ser linchados por habitantes del poblado Las Maravillas.
Tres eran de la comunidad Xometla, del mismo municipio, dos del vecino Chocamán y uno más de Tabasco, según se informó. Los lugareños atraparon a los cinco, les dieron una paliza y los ataron de manos y pies para luego entregarlos a las autoridades. Uno de ellos, según reportó El Buen Tono, tuvo que ser ingresado al Hospital Regional de Río Blanco por la severa golpiza recibida.
Estos individuos corrieron con suerte porque el linchamiento no se concluyó. Por lo regular, el ajusticiamiento por mano propia en regiones muy apartadas de los focos urbanos -donde se concentra la fuerza pública- termina en la muerte del o de los escarmentados. Y no es el primer caso en La Perla ya que hace apenas dos meses -a inicios de septiembre- hubo otro intento de linchamiento.
Los habitantes de la comunidad El Lindero atraparon, golpearon y prendieron fuego a otro sujeto que pretendía secuestrar a una bebé. El robachicos no murió, pero sí tuvo quemadoras de tercer grado. La cuestión es que en la región serrana del Centro de la entidad los ajusticiamientos de la turba se convirtieron en recurso corriente en este año.
En febrero pasado, otros seis secuestradores fueron linchados en Soledad Atzompa, a cuatro los quemaron vivos y a dos los apalearon hasta la muerte. La policía estatal no pudo hacer nada para impedirlo, primero porque no está en la zona y segundo porque cuando llegó ya se había consumado el escarmiento. Además, los mismos lugareños le impidió el ingreso y solo lo permitió más tarde para levantar los cadáveres.
La Sierra de Zongolica y las faldas del Pico de Orizaba son regiones abandonadas desde siempre, pero en los últimos meses la situación de violencia e inseguridad llegó a tal grado que los pobladores no encontraron otro recurso que la justicia por mano propia. Ya suman tres episodios de linchamiento en este 2019 y es casi seguro que volverán a registrarse situaciones similares porque la región está asolada por la delincuencia.
Lo peor es que no hay el tutelaje oficial para allegar vigilancia policíaca, no porque no se pueda sino porque no existe voluntad política. Tras el linchamiento en Soledad Atzompa, el gobernante estatal Cuitláhuac García acudió al municipio y anunció el reforzamiento de la seguridad pública en el poblado y toda la sierra. Dijo que habría un destacamento permanente de la policía estatal y soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Armada de México.
Sin embargo, los agentes policíacos y militares solo acudieron unos cuantos días y nunca más se les volvió a ver. En tanto, la “ola” de violencia se mantuvo y dos meses después maestros de diferentes comunidades dejaron de acudir por la amenaza de ser secuestrados por grupos delictivos para obligarlos a pagar extorsiones. Ya unos días antes del linchamiento, los docentes rurales habían denunciado esta situación que fue uno de los antecedentes de los sucesos de finales de febrero.
En ese entonces, los titulares de las Secretarías de Educación de Veracruz (SEV) y de Seguridad Pública (SSP) se comprometieron a dar custodia a los mentores en sus rutas de traslado, pero únicamente lo hicieron un par de semanas y luego los dejaron a su suerte. Ese abandono fue uno de los ingredientes para el linchamiento.
En mayo, profesores de la zona serrana de Zongolica junto a homólogos de Orizaba, Río Blanco, Santa Atzacan realizaron un paro de labores para exigir seguridad en las zonas rurales a donde acuden a laborar y en agosto, antes de iniciar el curso escolar 2019-2020 volvieron a exigir lo mismo porque los amagos y extorsiones no han cesado. Es decir, en la zona serrana los profesores llevan un año bajo acoso del crimen organizado y sin ser atendidos por las autoridades.
Lo anterior no son casos aislados, como se dijo al inicio del texto, sino una red de síntomas y sucesos que revela el hartazgo ciudadano frente a la indiferencia de los gobernantes. La Sierra está enojada por la ausencia de gobierno y, por ende, de gobernabilidad, y siempre hay dicho contexto la turbamulta tiende a suplir el vacío del poder oficial y abre paso a la justicia colectiva, esa que el dramaturgo español Lope de Vega llamó la “Fuente Ovejuna”.
UN AÑO DE CÓLERA
Hablando de enojo popular, pero en el viejo continente, el domingo pasado se cumplió un año de que la cólera popular tomó las calles y plazas de París y de toda Francia. Sábado y domingo hubo protestas de los ya famosos ‘Gilets Jaunes’ (Chalecos Amarillos) que desde el 17 de noviembre del 2018 han agitado a la Ciudad Luz y al resto del País galo para repudiar las medidas económicas del presidente Emmanuel Macron al que pusieron contra las cuerdas.
Unos 30 mil ciudadanos se manifestaron el fin de semana y aunque son el diez por ciento de los 280 mil que participaron en la primera jornada del 2018, los “Gilets Jaunes” ya cumplieron 53 movilizaciones -le llamaron “Acte 53, Premier Anniversaire”, y todo indica que va para largo está forma de expresar el enojo popular. Es una protesta que llegó para quedarse hasta que el país no cambie de rumbo, dicen.
En París, para la movilización del primer aniversario escogieron un lugar representativo de lo que definen como “los templos del consumo” y un grupo ingresó a las prestigiadas galerías Lafayette del boulevard Haussmann, en el barrio 9 -donde ya se montó el enorme árbol navideño y están por inaugurarse las tradicionales Vitrinas de Noël-, para entonar en sus pasillos, entre los espacios de las marcas de lujo: ¡Joyeux anniversaire! (¡Feliz Cumpleaños!) y enseguida gritar: “¡On est là, on est là, même si Macron ne veut pas!” (¡Aquí estamos, aquí estamos, aunque a Macron no le guste!).
Como toda creación francesa, desde los artículos de lujo hasta el pensamiento, el concepto “Gilets Jaunes” ya se exportó al mundo. Hay grupos similares en Bélgica, Alemania, España, Holanda, Serbia, Irak, Hungría, Italia y España. Actualmente, en Hong Kong la versión local de los “Chalecos Amarillos” participa en las violentas protestas contra el régimen chino y, vaya, México tiene su propio grupo que intenta encender los ánimos populares contra el morenista Andrés Manuel López Obrador y su “cuarta transformación”.