Es un enigma cuánto va a durar la luna de miel de Peña Nieto. Por lo menos lleva más de un mes sin grandes sobresaltos. Entre el beneficio de la duda que le han aplicado algunos y que ha logrado acercarse a grupos políticos de peso, el balance en su primer mes no es malo; más bien podríamos decir que le fue bien. El gran asunto es cuánto tiempo podrá seguir estableciendo una relación política de alto nivel con los actores políticos del país y qué tanto su proyecto es viable y tiene la simpatía de la sociedad. Es obvio que tarde o temprano se va a romper la cuerda. No hay quien viva en una eterna luna de miel, la clave de todo será hasta cuándo y cuál será el motivo de las confrontaciones. El legislativo se ha ido entendiendo después de tres años de enfrentamientos, algunos de ellos infames, en tanto que en donde se han atorado las cosas es en el Senado. No hay necesidad de tener una bolita mágica para saber que cuando lleguen los temas energéticos, fiscales y los de medios de comunicación se dará por terminado el tiempo de la tersura. Lo que puede hacer diferente ese inevitable momento será el cómo lleguen las fuerzas políticas y que tanta capacidad de maniobra termine por tener Peña Nieto. El Presidente ha mostrado lo que presumió como gobernador y candidato: es un político práctico. Da la impresión de que escucha a su equipo cercano, a diferencia de Calderón que escuchaba poco y tenía la mecha corta. Peña Nieto además se ha hecho de un equipo efectivo en materia de propaganda y promoción. Hemos pasado un mes de diciembre en que se han esforzado en mostrar una nueva imagen de gobierno, a lo que se suma que más de alguno se ha subido al “carrito alegórico” en materia de elogios; se ve en los medios al “nuevo” gobierno a toda hora. El PRI tuvo un cambio de dirección terso, lo que casi echa a perder la singular civilidad del tricolor fue que las primeras declaraciones de su nuevo presidente, César Camacho Quiroz, estuvieron cerca de la “rudeza innecesaria”. Peña Nieto tiene al PRI como palanca de velocidades y esto le ha sido por lo menos en el mes lunamielero suficiente y útil. Enero ha empezado con cifras que bien podríamos definir como la “realidad que está a la vuelta de la esquina”, como aquel viejo lema de la UAM-X. Los muertos no se han ido y la imagen de Peña Nieto en esta materia está lejos de cambiar la “realidad” en que se metió al país de la mano de Felipe Calderón durante seis años. Hacia final del año reapareció un viejo, incómodo y atractivo conocido: el EZLN. No es que se vaya a repetir la dinámica del 94, lo que pasa es que sus demandas siguen estando entre nosotros. Entre el gobierno, el legislativo y obviamente el EZLN, deberían dar de una vez por todas una solución a un conflicto que fue un parteaguas para el país. Puede ser políticamente incorrecto plantearlo en medio de tantas turbulencias y agravios, pero a Peña Nieto le ha ido bien y no está nada mal que así sea. Una de las claves será ver si se mantiene la civilidad de las discusiones y diálogo que se han dado hasta ahora. Si es así se avanzará, pero hay escenarios a futuro que se ven sumamente difíciles porque hay asuntos en que nomás no existen acuerdos y el protagonismo puede reaparecer. Hay diálogo, pero siguen vigentes cuotas de poder, los agravios, y temas que están a nada de explotar, como el caso de la Reforma Educativa que tiene, hágame favor, una virtual conexión entre el SNTE y Morena. Pasó el primer mes y todavía hay luna de miel. Viene lo que bien podemos definir como la “realidad”, esa que esta a la vuelta de la esquina como dicen en la UAM-X.
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