Estimado lector.
Sin lugar a dudas no podrá contradecirme cuando digo que hoy, como nunca antes, vivimos tiempos en los cuales estamos más intercomunicados no sólo como mexicanos sino como miembros de una comunidad internacional. Si nos remontamos a unos 30 años en el pasado recordará (o tal vez conocerá si es un joven lector) que en esos ayeres teníamos que esperar noches o días enteros para poder enterarnos de los hechos que pasaban ya no digamos al otro lado del mundo, sino en ocasiones por inverosímil que parezca, en un estado vecino al nuestro.
Hoy, casi de manera inmediata, nos enteramos de un hecho y no sólo de manera escrita sino en ocasiones hasta con fotografías y videos que nos llegan a la comodidad de nuestra casa o a donde quiera que estemos. No podemos negar que es impresionante que en segundos y en la palma de la mano (gracias a los teléfonos móviles) podamos tener acceso a lo que está sucediendo en otro continente o en comunidades a las que no siempre los periodistas pueden (o quieren) ingresar.
Desgraciadamente tan bueno ha sido este adelanto tecnológico como malo ya que pareciera que nuestras redes sociales han matado nuestra capacidad de reacción y asombro.
¿Por qué lo digo? La razón es muy sencilla y la explico mejor a través del ejemplo… En los últimos tiempos hemos visto un sin número de eventos a través de los medios tales como reformas constitutivas, huelgas o paros laborales, crímenes cometidos por la delincuencia organizada, vejaciones gubernamentales, trampas electorales, toma de carreteras y espacios públicos. ¿Qué hubiera hecho la sociedad de hace algunos años? ¿Cómo hubiesen reaccionado nuestros abuelos o bisabuelos en la época de 1920? ¿Cuál fue la reacción y participación que tuvieron muchos jóvenes en la década de los 60´s con el movimiento estudiantil? ¿Cómo es la reacción que como sociedad tenemos hoy en día? Diferente, por desgracia esa es la respuesta. Y es un hecho, hoy nos enteramos de todo pero al mismo tiempo nos conformamos con saber lo que sucede y poco nos involucramos; se nos ha hecho fácil leer en una pantalla un mensaje de Twitter o uno en el muro del Facebook y creemos, falsamente, que con compartir ese mensaje con nuestros contactos o con ponerle un “me gusta” ya estamos participando en la mejora de nuestro país y entonces podemos llamarnos revolucionarios que estamos a la moda por ir en contra de “lo correctamente establecido” y con eso somos un motor de cambio en el país. Por desgracia nuestro grado de influencia virtual es muy poco como para serlo. Muchos pensaban, siguiendo en los ejemplos, que el resultado de las elecciones presidenciales pasadas sería totalmente diferente porque en las redes sociales se manejaban otros candidatos con más fortaleza que el resultante ganador. Utópico resultó puesto que el porcentaje de población que tiene o maneja una cuenta en las redes sociales es totalmente bajo o incluso es totalmente diferente al que va y deposita su voto en una urna así como también es diametralmente opuesto al que decide no sólo levantar su voz y sale a la calle buscando ejercer su derecho de réplica pero también su derecho a una vida digna en donde se respeten sus principales garantías como ciudadano.
No quiero decir con esto que todos salgamos a las calles y ocasionemos una revolución armada y luchemos cuerpo a cuerpo con quienes estén contra nuestra forma de pensar. Lo que sí considero debería ser una prioridad es que hagamos valer nuestra voz de maneras diferentes al simplemente oprimir un botón para poner una manita con el pulgar levantado en actitud de “estoy de acuerdo”. Si hoy tenemos información instantánea ocupémosla para hacer algo positivo, hagamos que valga la pena tener tanta tecnología y tanto conocimiento frente a nosotros. Revolucionemos nuestra mente y la de aquellos cercanos o lejanos a nosotros, enseñemos al que no sabe, opinemos buscando construir y no destruir, entendamos lo que el otro sufre en lugar de sólo criticarlo sin fundamento, pasemos de la lectura a la acción, del sólo compartir (o discernir) al comprometerme y actuar.
Por lo pronto, ¿ya participó apoyando a los damnificados en el país o simplemente se ha limitado a oprimir “me gusta” en las fotos en donde se ve gente entregando despensas a quien hoy más lo necesita?