in

La propina presupuestal

Superiberia

Escurridizos, retóricos, opacos, los diputados no quieren hablar clara y llanamente del bono presupuestal.

Avalado por los coordinadores de las siete bancadas

—-Manlio Fabio Beltrones (PRI), Luis Alberto Villarreal (PAN), Silvano Aureoles (PRD), Arturo Escobar (Verde Ecologista), Ricardo Monreal (Movimiento Ciudadano), Alberto Anaya (Partido del Trabajo) y San Juana Cerda (Nueva Alianza)—, el fondo que da sustento a esos recursos se negoció con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

 Argumentan que se vale, que se trata de un apoyo legal, legítimo, necesario. Pero sus criterios de asignación son el secreto mejor guardado de San Lázaro. Del tema, nadie quiere dar parte. Y las contadísimas declaraciones públicas ofrecen versiones diferentes.

El diputado Víctor Manuel Jorrín Lozano de Movimiento Ciudadano aseguró que la tajada fue pareja: de un total de cinco mil millones de pesos, se asignaron diez millones para cada uno de los 500 integrantes de San Lázaro. Mas no descartó un eventual manejo discrecional de parte de los coordinadores. “Se tiene uno que poner muy listo para que te toque”, asumió.

El perredista Fernando Zárate Salgado ofreció detalles de lo hecho en su bancada: “El PRD generó una bolsa de todo el grupo parlamentario y lo destinó al gobierno del DF, que le tocó alrededor de 14 mil millones de pesos, al gobierno de Oaxaca, y al gobierno de Guerrero le tocaron otros tanto de miles de millones de pesos. Pero no fueron bolsas individuales”.

¿Entonces fueron más de cinco mil millones? ¿Hubo bonos de primera y de segunda? 

Nadie responde. Y los rumores se abren paso. Hay quienes sugieren que al PRD le tocó de a 24 millones por curul, que fueron los consentidos de la temporada.

Esa versión tiene su desmentido en voz baja y con tono de intriga: que a los perredistas rejegos, a los que votaron en contra de la reforma hacendaria, a los allegados de René Bejarano, a ellos les darán menos.

Como sucede en la vida familiar cuando ingenuamente pretendemos esconder los asuntos bochornosos, cunden las especulaciones en torno a esas bolsas de recursos que, incluidas en el presupuesto para 2014, son para que los diputados queden bien con sus electores.

 Que si a los priistas les van a dar menos, porque para gobierno federal la oposición lleva mano, y más si se trata de los partidos firmantes del Pacto por México.

Que si los jefes de las bancadas repartirán a su manera el fondo correspondiente, picándole los ojos a los incómodos. Que si los diputados del Partido Verde mandarán su parte a Chiapas. Que si son cinco mil millones para todos. Que no, que son cinco mil millones por grupo. Que quién sabe. Que sólo Hacienda conoce a detalle cómo se rompió la piñata, que para eso instaló mesas de registro en San Lázaro, para recopilar las cartas a Los Reyes por adelantado.

Todos sin embargo se apuran a precisar que en ningún momento ese dinero pasará por sus manos, que del erario será transferido a las entidades y que éstas lo enviarán a municipios y delegaciones.

 Se trata del mismo mecanismo que operó hace un año para que los diputados pudieran cubrir sus promesas de campaña.

Ni entonces ni ahora se ha informado oficial e institucionalmente sobre las tres bolsas que, se dice, conforman el fondo para que los legisladores —saludando con sombrero presupuestal— lleven a sus correspondientes territorios obras de infraestructura: caminos, remodelaciones de escuelas, canchas deportivas, casas de la cultura o banquetas.

Se trata de una acción legítima, reviran. Y si no hay nada que esconder, ¿por qué no se abre la información y se reportan las acciones que habrán de financiarse mediante esa vía?

Pero hasta los detractores del Pacto guardan silencio. Acaso porque el reparto es democrático y la opacidad compartida.

De modo que en el debate presupuestario hubo decenas de discursos en tribuna. Unos prometieron austeridad, vigilancia del gasto, eliminación de privilegios de la burocracia dorada.

Otros despotricaron porque el despilfarro sigue intacto y los ex presidentes cuestan demasiado.

Pero de la rendición de cuentas, nada. Nadie dijo esta transparencia es mía. Apenas un críptico reclamo para los 466 diputados que votaron a favor del presupuesto, olvidando que su fuente de recursos era, se dijo, una agraviante reforma hacendaria. “Les aseguro que la propina presupuestal, institucional, personal o partidaria que reciban, no les alcanzará para ver de frente a sus electores traicionados”, criticó Alfonso Durazo, vice coordinador de Movimiento Ciudadano y vocero de Los Pinos en el sexenio de Vicente Fox.

Sólo indirectas, cuchicheos, chismes que un opaco reparto del que nadie escapa. Son candiles de la calle. Oscuridad de su casa.

CANAL OFICIAL

Nueva etapa de lucha magisterial

Varsovia: la ciudad fénix