Por: Verónica Carbajal García / columnista
Las precampañas de los aspirantes presidenciales en cada partido político o coalición son apenas una muestra de lo que viene para los siguientes meses, y que culminará el domingo 1 de julio, cuando los mexicanos, estemos en las urnas votando. Es entonces cuando seremos capaces de saber si el populismo imperante en los hoy “precandidatos” rindió frutos o no. Sabremos si las “encuestas” que desde ahora ya se hacen: “Si hoy fueran las elecciones, ¿por quién votarías?” -he leído o me han cuestionado, varias veces- se confirman o discrepan. Si lo que hemos visto publicado en notas y columnas y dan el triunfo a uno u otro precandidato, -últimamente con más frecuencia a AMLO- fue veraz o no.
En las pláticas de café, es tema de conversación: que si Andrés Manuel va arriba en las encuestas, que si ya ganó, que cómo será México con él, que si es o no de izquierda, que si es un populista, que si los rusos, o Venezuela. Pero el mismo populismo se lo achacamos a Meade, a Anaya, incluso a los candidatos independientes.
La realidad, muchos se dejan llevar sólo por lo que se dice en redes sociales o en los grupos y conversaciones de la aplicación Whatsapp. Circulan sin ton ni son una impresionante cantidad de “memes”, “cadenas” y videos -y es apenas el arranque, vendrán muchos más- que saturan casi hasta explotar los celulares, en un intento por manipular o mangonear el cerebro de cientos, miles, millones de mexicanos que se niegan a leer más allá de lo que dicen esos “mensajes”. Porque pocas veces nos vamos a la historia de los sujetos o notables, para saber de sus raíces, su pensamiento, su formación no sólo política sino incluso familiar, sus actos.
Y refería hace un momento la palabra populista, porque en cada proceso electoral es muy manoseada esa palabra, que si los candidatos son unos populistas, unos demagogos. Y no siempre tenemos en claro a qué nos referimos con ello. El diccionario dice: “Doctrina política que se presenta como defensora de los intereses y aspiraciones del pueblo para conseguir su favor”.
Hasta el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, la utilizó, un día en que se reconoció, “populista”.
Dice Enrique Krauze, historiador, ensayista y editor mexicano, que la palabra ha terminado por encontrar su significación definitiva, no por las vagas ideologías que defiende, sino por la perversa dominación que trae consigo.
Y es que sin lugar a dudas todos los precandidatos, y candidatos que serán, en su momento, prometen de una u otra forma resolverán los problemas del pueblo. Pero además, como lo han dicho conocedores del tema, se requiere de una figura, una persona, un líder, un ícono, que sea el emblema de esas promesas. Un populista.
La importancia de la persona, del candidato, es en este 2018, definitoria, determinante. En pláticas con ciudadanos, taxistas, amas de casa, estudiantes en edad de votar, empleados, comentan fijarse no en los partidos o las coaliciones -esa amalgama absurda e incoherente de siglas y colores-, sino en la persona, en cómo responde a las agresiones, a los señalamientos de sus adversarios, en si fue contundente, si avasalló, en quién contestó o humilló mejor a su rival político.
Así las cosas, vamos por el siguiente Presidente de la República, por 128 Senadores, por 500 Diputados a nivel Federal; y en Veracruz, por un nuevo Gobernador, y 50 Diputados, que además tienen la opción de la reelección. “Cuan” importante es esta elección, cuan importante para Veracruz, que vive la alternancia luego de 86 años de “priato”.
Que no sólo vague por nuestra mente la rolita de Movimiento Naranja, sino que seamos capaces de ver más allá. Que no sólo leamos lo que dice un medio de comunicación -porque hay mucha responsabilidad y manipulación de éstos en un proceso electoral, es la realidad-, sino que busquemos otras fuentes de información. Que estemos atentos a lo que viene, sin caer en el populismo manipulador, y definamos, en su momento, saliendo a las calles, a las urnas, a depositar el mejor voto, libre, secreto, directo, y sobre todo, útil.
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