Por: Verónica Carbajal García / columnista
La mujer en la política y la “cuarta transformación”
Si verdaderamente México está a punto de la Cuarta Transformación, ¿qué papel jugarán las mujeres? Recordemos, en la Independencia, la Reforma y la Revolución, las primeras tres grandes trasformaciones, hubo mujeres cuyo papel fue relevante para alcanzar los objetivos y metas políticas y sociales.
¿Pero qué nos espera en esta supuesta “cuarta transformación” cuando las mujeres son víctimas de la simulación de los partidos políticos, de la violencia política de género y se les sigue ninguneando con epítetos como “manuelitas” y “juanitas”?
Leona Vicario “la mujer fuerte de la Independencia”; Josefa Ortiz de Domínguez “la corregidora” y “madre de la Patria”; Carmen Serdán y las hermanas Rosa y María Narváez en el porfiriato; las soldaderas o “adelitas” en tiempos de la Revolución. Todas, grandes mujeres de aquellas transformaciones, sin ser las únicas, porque hay muchas más; pero la pregunta es ¿y las mujeres de la cuarta transformación?
Seguramente en unos años, si en realidad sucede esa anunciada “cuarta transformación” empezaremos a verlas, pero mientras tanto lo que vemos, son mujeres víctimas de la simulación de los partidos políticos; prueba de ello, lo ocurrido hace unos días en Chiapas, cuando surgió un nuevo apelativo para las mujeres que habiendo ganado un espacio como regidoras o diputadas, obligadas por sus partidos, renunciaron para dejar el paso a un varón, “las manuelitas”, en alusión al nombre del gobernador Manuel Velasco.
Y los términos de “violencia política de género” y “cuota de género” resurgieron en el panorama político electoral. Se dejó al descubierto la farsa de los partidos políticos, obstaculizando el empoderamiento de las mujeres y restando posibilidades de mostrar la valía de su papel en la política e incluso en la historia.
El nuevo escándalo ocurrido hace unos días, con las llamadas “manuelitas” es grave no sólo porque exhibe a los partidos políticos, que obligaron a renunciar a 42 mujeres que ya habían ganado el 1 de julio sus cargos de elección popular -regidurías y diputaciones plurinominales-, para dejar en su lugar a varones, sino porque es una muestra de cómo el poder continua bajo el dominio de ellos, restando importancia al papel, trabajo y acción que una mujer puede aportar.
Por fortuna la mayoría de ellas se desistió y ocuparán sus puestos políticos. El Consejo General del Instituto Nacional Electoral atrajo el caso para hacer respetar los derechos de estas mujeres, víctimas de la simulación de los partidos políticos.
Ya se les verá el próximo 1 de octubre tomando posesión allá en Chiapas cuando los nuevos ayuntamientos y legisladores entren en funciones.
Hay que recordar que no es la primera vez que sucede este tipo de violencia o presiones contra las mujeres durante y después de un proceso electoral, en 2009 ocurrió el primer caso ampliamente conocido, en el Congreso de la Unión cuando de igual forma ocurrieron solicitudes de licencia para abandonar el cargo por parte de ocho diputadas electas, en favor de sus suplentes varones, quienes además eran líderes sociales o gente de la iniciativa privada, lo que levantó sospechas.
Se les llamó “juanitas”, por el caso ocurrido poco antes el mismo año 2009, cuando Rafael Acosta Ángeles conocido como “Juanito”, activista social en la delegación Iztapalapa fue propuesto candidato, ganó, rindió protesta ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal como Jefe delegacional, luego solicitó licencia para separarse del cargo y dejar en su lugar a Clara Brugada, cercana al entonces excandidato presidencial AMLO.
El asunto es que Acosta finalmente se fue. Luego ocurrió lo de las “juanitas”. Y hoy las “manuelitas”.
La lucha por la paridad de género en las candidaturas fue una lucha de años, como para que ahora los partidos se burlen y decidan simular democracia e igualdad.
Ya la historia se encargará de revelar si las mujeres que participan directamente como funcionarias en esta tan anunciada “cuarta transformación” -que quien sabe si ocurra-, hicieron un papel relevante, si tomaron decisiones sustantivas, y si abonaron o no a la construcción de este México tan necesitado de un verdadero cambio.
Por cierto, Adela Velarde Pérez, enfermera en tiempos de la revolución, atendía heridos y quiso el destino se encontrara con Antonio del Río, quien le escribió el famoso corrido: “Si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar, si es por mar en un buque de guerra, si es por tierra en un tren militar”.
De ahí surgió el nombre de “Adelitas” ¡Ah que los mexicanos y esta costumbre de hablar con diminutivos!
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