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La muerte de los otros

Superiberia

 

El 12 de agosto pasado, Andrea despidió a su esposo de nombre Gildardo Lagunes y a su hijo, Luis Alfredo. Salieron de su casa ubicada en el municipio mexiquense de Chalco acompañados de dos de sus sobrinos, Marlene y José Luis.

 Se iban a Guerrero al sepelio de su suegro. La última vez que tuvo contacto telefónico con Gildardo, éste le dijo que habían sido detenidos por policías municipales de Teloloapan. Intentó llamarle apenas tres minutos después de que había colgado, pero ya jamás contestó. Pasaron más de tres meses, pasó también el ataque y desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y el pasado 31 de octubre Andrea volvió a saber de su familia.

Tristemente, no supo de ellos de viva voz. Más bien fue la autoridad quien le confirmó a Andrea que Gildardo, Luis, Marlene y José habían sido encontrados. O mejor dicho, sus cuerpos. Los cuatro fueron hallados casi por casualidad. O por error. O ya no sabemos cómo carajos llamarle. Aparecieron en la búsqueda tan larga y tan poco exitosa que las autoridades federales han realizado para dar con el paradero de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Los cuerpos del esposo, hijo y sobrinos de Andrea estaban entre los varios cuerpos encontrados en las decenas de fosas que han aparecido en Iguala y sus
alrededores. 

Ahora Andrea batalla por que le sean entregados los cuerpos de sus familiares para iniciar su duelo.

Desde que inició la búsqueda de los estudiantes se han descubierto una, dos, cuatro, diez fosas. Ya hasta perdimos la cuenta. Una tras otra. El sábado 4 de octubre, las autoridades dieron con seis fosas, en ellas había 28 cuerpos. Para el jueves 9 de octubre se encontraron otras cuatro, ahí había 15 cadáveres. Y la cuenta fue creciendo. Fosas por aquí y por allá. En Pueblo Viejo y demás comunidades aledañas a Iguala. Cuerpos y más cuerpos. Tristemente, parecía que a la autoridad le bastaba con decir que los cuerpos encontrados hasta ahora (cuya cuenta va en más de 200) no correspondían a los 43 estudiantes para continuar el paso. Aquí hemos escrito repetidamente lo que todos nos preguntamos: ¿entonces de quiénes son esos cuerpos? Pues ya van teniendo nombre y apellido, aunque poco a poco. Y
 faltan tantos.

El miércoles, de nuevo en varias ciudades del país y del mundo, la gente salió a las calles. De nuevo por la misma razón, por esa pregunta que, a pesar de las tantas detenciones, no se ha podido responder: ¿en dónde están los 43 estudiantes? Pero también se recordaba a esos otros desaparecidos y a la muerte de aquéllos, de los otros, de los que van apareciendo en las fosas que se encuentran en Iguala y cuántas más estarán en otros territorios del país. Ellos también merecen ser encontrados.

ADDENDUM. José Luis Abarca ya está en el Penal del Altiplano. Incomprensiblemente —aunque, según, por razones legales—  a María de los Ángeles Pineda nada más la arraigaron. Van 48 horas de su detención y todo sigue igual. No ha pasado nada. Seguimos esperando por respuestas y paraderos.

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