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En su columna para El Universal, Claudio Ochoa Huerta destapa una realidad incómoda para los círculos cercanos al régimen de la presidenta Claudia Sheinbaum. La elección judicial del 1 de junio se ha convertido en un escenario clave en la lucha por el control del Poder Judicial en México, con Arturo Zaldívar en el centro de la polémica.
Lo que comenzó como una elección aparentemente más de trámite, se ha transformado en un movimiento estratégico que podría dejar a Zaldívar al mando del 60% de los jueces y magistrados del país, e incluso podría llevarlo a dominar la Suprema Corte de Justicia con el 50% de sus miembros. Este ascenso político, que parecía imposible tras su paso por la Corte, se explica gracias a su relación con el poder, especialmente con el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien, según la columna, le habría salvado la carrera.
Sin embargo, el ascenso de Zaldívar no es bien visto por todos. En círculos cercanos a Sheinbaum, la situación genera incomodidad. Aunque su relación con Zaldívar es cordial y formal, Sheinbaum no olvida que fue un hombre impuesto por Felipe Calderón, y su vínculo con la traición política lo ha mantenido distante de su círculo más cercano.
El proceso electoral judicial, que muchos pensaban que sería limpio y sin sobresaltos, ha terminado por mostrar las tensiones dentro del Poder Judicial. Zaldívar ha logrado tejer alianzas clave con personajes como la magistrada Zulema Mosri, que ya ha sido apoyada por él para ocupar un lugar en la Corte, e incluso ha encontrado aliados en los gobernadores de oposición, con quienes estaría negociando posiciones estratégicas.
En este contexto, Zaldívar no solo ha ganado poder, sino que ha consolidado su influencia política con figuras clave como la ministra Yasmín Esquivel. Juntos, estarían trabajando en una estrategia para llevarla a la presidencia de la Suprema Corte, todo mientras se preparan para frenar a aquellos que podrían amenazar su dominio, como la senadora Lenia Batres.
La situación, calificada como “avorazada” con “Z” de Zaldívar, podría marcar un antes y un después en la configuración del sistema judicial mexicano. A medida que las elecciones judiciales se acercan, el país se enfrenta a una nueva era de poder en la que la oposición podría tener la última palabra en la Suprema Corte.
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