De la Redacción
El Buen Tono
Orizaba.- A pesar de las constantes promesas de seguridad y orden que ha hecho Juan Manuel Diez, alcalde de Orizaba, la realidad en las calles cuenta una historia diferente. La ciudad, que alguna vez fue reconocida por su belleza y su atractivo turístico, hoy enfrenta una creciente ola de violencia e inseguridad sin freno.
Los robos, asaltos y delitos de alto impacto han aumentado en los últimos meses, afectando tanto a los residentes como a los visitantes. Las estadísticas de criminalidad se disparan, y a pesar de los discursos optimistas del alcalde, los ciudadanos viven en constante zozobra.
Diez, quien prometió mayor seguridad, le ha fallado a la ciudadanía, pues las medidas adoptadas han fracasado para frenar la violencia.
Además, las patrullas y policías municipales, que se supone deberían garantizar la tranquilidad de la población, son vistos como un elemento decorativo, más que una fuerza efectiva.
La falta de capacitación adecuada, recursos y estrategias reales, se refleja en una incapacidad evidente para enfrentar el problema.