Por:Andrés Timoteo / columnista
LA (IN)JUSTICIA TROPICAL
Es casi un símil de lo que sucedió con los normalistas de Ayotzinapa, víctimas de desaparición forzada en el 2014. Ahora, un juez federal dictó la libertad para tres de los 21 detenidos por la desaparición forzada de cinco jóvenes originarios de Playa Vicente pero que fueron interceptados por policías estatales en Tierra Blanca el 11 de enero del 2016.
Los 21 detenidos, entre ellos agentes de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, ya habían sido exonerados en marzo pasado del delito de delincuencia organizada, aunque seguían detenidos por los procesos abiertos localmente por la Fiscalía General del Estado. Empero, ahora ya comenzaron a ser liberados, un mes después de que quitaron al Fiscal incómodo. Tres de ellos ayer fueron soltados por mandato de un Juez y el resto podrían ser excarcelados en días siguientes.
Entre los liberados está Francisco Navarrete Serna considerado el líder regional del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), grupo criminal responsable de la desaparición de los cinco muchachos. Y para que se note el sello de la llamada “Cuarta Transformación” en el asunto, quien felicitó alegremente a Navarrete Serna por su excarcelamiento fue la Diputada Local de Morena por el Distrito de Tierra Blanca, Margarita Corro Mendoza.
La legisladora nunca se condolió por la desaparición de los jóvenes ni se solidarizó con las familias y ni siquiera se pronunció por el crimen de lesa humanidad, pero ahora sí se congratuló porque Navarrete Serna obtuvo su libertad y ayer mismo, sin tapujos, la parlamentaria aseguró que “todo el mundo tiene derecho de enmendarse”. Dice que el tipo es una bella persona, que lo conoce desde la infancia y ha sido su vecino y por eso está feliz de que lo soltaran. ¿Se lo podrían imaginar?
Y el colmo de los colmos, ¿a qué creen que Navarrete se dedicará de ahora en adelante? ¡¡Será periodista!! De acuerdo con la diputada, el presunto líder del CJNG abrió un periódico en Tierra Blanca con otros socios y desde ahí les dará trabajo a reporteros y servirá a la sociedad. Vaya burla, ahora hay un narco metido a comunicador como cortesía de la justicia tropical y del régimen gobernante.
Apenas el pasado 3 de marzo el gobernador Cuitláhuac García ofreció una disculpa pública a los familiares de los cinco jóvenes de Tierra Blanca en respuesta a la recomendación mandatada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas se sumó a este acto. Ambos prometieron justicia para los desaparecidos y sus familiares. ¿De qué sirvió?
EL MAESTRO DARÍO
Frente al caso insultante de un presunto narcotraficante metido a empresario informativo, hoy más que nunca es necesario abordar la deontología -deberes y principios- en el quehacer periodístico y recordar las enseñanzas del maestro Javier Darío Restrepo, periodista y escritor, fallecido el pasado domingo 6 de octubre.
Él fue la voz de la conciencia para muchas generaciones de comunicadores, el ‘Pepe Grillo’ que recordaba que una cosa era hacer periodismo y otra propagandismo -vocería- y se le tenía como un consejero en ética periodística al que recurrir en tiempos de crisis, convulsión y cambios.
Restrepo es un referente que deben leer los que se dedican a este oficio. De su amplio legado, al menos tres libros son insoslayables para los periodistas: “40 lecciones de ética”, “El Zumbido y el moscardón: consultoría de ética periodística” y “Ética para periodistas”.
El periodismo, decía Restrepo, no es un poder sino un servicio desmantelando así el viejo chiclé del “cuarto poder” que tanto entusiasma a los fanfarrones de la pluma. El periodista no es un ser infalible, que no se equivoca. El “Síndrome de la Infalibilidad” ha dañado mucho a la profesión y debe ser combatido con humidad y trabajo: reconocer errores, verificar fuentes, corroborar datos y publicar -difundir- lo que ya esté corregido.
El periodismo también funciona con una lógica inversa a la concepción tradicional de la ‘línea vertical’ del mandato. “Los que están arriba dan órdenes como si fueran unos iluminados y los que están abajo deben obedecerles, pero en periodismo eso no funciona”. Es decir, los periodistas no solo deben ser rebeldes e irreverentes sino cuestionar directamente, de frente y sin amilanarse, a los encumbrados, al poder.
Además, el periodista no está para entretener ni para distraer sino para informar. Tampoco está al servicio de los políticos, de los compradores de publicidad, de una facción, un credo o una causa social, por muy justa que ésta sea, es más ni siquiera de los propietarios de las empresas informativas, sino de los lectores, los radioescuchas o los televidentes.
El tercer punto sobre el ejercicio informativo según el maestro Restrepo es que el periodismo “no es una profesión como cualquier otra, es una que está hecha de pasión y si uno no ama apasionadamente a esta profesión mejor irse a hacer otra cosa”.
Sobre la era de las redes sociales y la inmediatez informativa en la que pululan las ‘fakes news’, sostenía que los periodistas son el pilar de mesura y certeza en medio de la ola de informaciones y desinformaciones. Ellos deben cuidar su credibilidad porque en este maremágnum de la internet son los que hacen la diferencia entre lo que es cierto y lo que es mentira.
De la ética afirmaba que es una utopía no porque sea irrealizable sino porque es una búsqueda permanente. Los libros sobre ética en el periodismo son manuales de sobrevivencia para la profesión porque sin ética no hay periodismo y un periodista que no práctica la ética se convierte en un daño social. En resumen, hay leer y releer al maestro Darío como un antídoto cuando haya riesgo de extraviar el rumbo. Urge eso en Veracruz.