AGENCIA
Xochimilco.- En la encantadora localidad de San Luis Tlaxialtemalco, la familia Díaz Xolalpa se enfrenta a los retos del cambio climático con la resiliencia y el amor que solo se encuentra en quienes consideran sus cultivos como parte de su familia. Ulises Díaz, líder de este linaje de floricultores, asegura que cada nochebuena que brota en su vivero es cuidada “como si fueran hijos”, un esfuerzo que les ha permitido producir más de 25 mil plantas que adornarán los hogares mexicanos en diciembre.*
El año ha estado marcado por el impacto del calentamiento global. En los últimos ocho meses, olas de calor, lluvias torrenciales y la amenaza constante de plagas han puesto a prueba las habilidades de los agricultores en Xochimilco. Ulises, quien lleva 23 años en este oficio, se aferra a las enseñanzas de sus ancestros para combatir las adversidades. “Mis abuelos me enseñaron a observar el cielo y las señales del clima, herramientas valiosas que utilizo para proteger mis cultivos”, comenta mientras recorre su plantación.
A pesar de las adversidades, el productor ha implementado estrategias ancestrales combinadas con técnicas agronómicas modernas. “Particularmente en este ciclo, he aplicado hormonas para acelerar el crecimiento y proteger a mis plantas de enfermedades. Es un proceso cuidadoso, como cuando llevamos a un bebé al doctor”, explica. La clave está en la prevención, porque, como él mismo dice, “la naturaleza ya no se encargará de ello”.
La familia Díaz Xolalpa comercializa una amplia variedad de flores, incluyendo 12 tipos de nochebuena que envían a diversos estados del país, desde Baja California hasta Chiapas. “Trabajamos con esquejes nacionales que obtenemos desde Morelos porque son más resistentes y fomentan la economía local”, destaca Ulises, quien asegura que preservar estas tradiciones es fundamental para su familia.
Junto a él, sus hijos -Alexandra, Natalia, Antonio, Josafat y Elías- y su esposa, Karina, se han involucrado en el negocio familiar, compartiendo la herencia de amor por las flores. Ulises, un excontador, reflexiona sobre la relevancia del cultivo en su vida: “Cuidar de estas plantas es una forma de mantener viva la tradición familiar y la conexión con nuestras raíces”.
El cuidado meticuloso que los Díaz Xolalpa brindan a sus flores es evidente. Desde la siembra hasta la comercialización, su trabajo se asemeja al de un médico atendiendo a un paciente, asegurándose de que cada planta esté reforzada para enfrentar las inclemencias del clima. “Las desinfectamos, las nutrimos, las medicamos y las protegemos. Algunas personas dirán que es demasiada preocupación por unas plantas, pero para nosotros es una forma de vida”, asegura con una sonrisa.
A medida que se aproxima diciembre, la familia Díaz Xolalpa enfrenta el futuro con esperanza y dedicación, demostrando que, a pesar de los desafíos que impone el clima, el amor por la floricultura y la tradición familiar siempre florecerá en los campos de Xochimilco.