AGENCIA
CDMX.- En seis años que lleva como inquilina en el Centro Histórico de la Ciudad de México, Diana ha sido expulsada de donde renta en dos ocasiones, porque los dueños de los edificios han preferido convertirlos en espacios para recibir turistas. En ambas ocasiones, los costos de vivienda se han encarecido a la par de la transformación de los departamentos en alojamientos de “Airbnb”.
Diana actualmente vive en Bolívar 26, un edificio de arquitectura colonial y grandes portones de madera ubicado en el corazón del Centro Histórico, que cuenta con terrazas con vistas hacia la Torre Latinoamericana. Su departamento, en la planta más alta, tiene acceso privado a una de ellas, motivo por el que ese espacio se ha vuelto tan codiciado.
“Este espacio cuesta alrededor de 15 mil 500 al mes. Cuando llegué aquí, tenía un trabajo (…) y valía la pena hacer todos los esfuerzos por pagarlo. Como ves, tengo la comodidad de la terraza, de estar aquí con mi gato, y eso para mí es muy importante porque es donde paso todo el tiempo”, cuenta en entrevista.
Con la pandemia, su situación económica se vio afectada porque perdió su trabajo en la Secretaría de Cultura y, hasta ahora, solo ha conseguido empleos “freelance”. Para mediados de 2020, solo ella y tres inquilinos más quedaban en Bolívar 26, todos los demás se fueron a pasar la pandemia a otro lado o dejaron de tener dinero para pagar la renta.
En su caso, consiguió que le bajaran la cuota a 10 mil 500 pesos y se quedó, incluso cuando en este año le informaron que nuevamente subiría la mensualidad.
Sin embargo, hace tres semanas recibió el aviso de los administradores del edificio de que al terminar el año, cuando se vence su contrato, debe irse, porque los dueños decidieron convertir el inmueble en un espacio de alojamiento para turistas.
Es la segunda vez que Diana pasa por la misma situación. A finales de 2019, vivía cruzando la calle, hasta que una mañana recibió un aviso de que tenía que irse porque los dueños convertirían el edificio en un hotel.
De acuerdo con el Proyecto del Programa General de Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México, elaborado por el gobierno capitalino, del 2000 al 2020 el número de alojamientos tipo “Airbnb” pasó de 22 mil 122 a 71 mil 780 inmuebles registrados, lo que equivale a un crecimiento de 224 por ciento (%).
La mayoría de estos alojamientos fueron ubicados en las alcaldías Cuauhtémoc (10 mil 017), Tlalpan (7 mil 021), Miguel Hidalgo (6 mil 851), Iztapalapa (6 mil 216) y Benito Juárez (5 mil 615).
El documento reconoce que en los últimos 20 años “el porcentaje de viviendas deshabitadas se ha mantenido constante, mientras que la vivienda de uso temporal se triplicó; la reducción del número de ocupantes por vivienda se traduce en la disminución de los hogares, altos precios en la vivienda en venta y renta”.
En el proyecto, el gobierno capitalino identifica como una problemática que “la población de los deciles más bajos destina más del 30% de su ingreso mensual al arrendamiento de su vivienda”, y que “la falta de vivienda asequible y bien localizada provoca la expulsión hacia el Estado de México y la ocupación de suelo de conservación y zonas de alto riesgo”.
Pese a ello, y sin regulación de por medio, el pasado 26 de octubre el gobierno local anunció un convenio con “Airbnb” y la Unesco para promover a la capital como destino para “nómadas digitales”, un acuerdo que, a decir de especialistas, tendrá como consecuencia la expulsión de inquilinos que habitan en zonas que se consideran de valor turístico, así como el encarecimiento de las rentas para sus habitantes.
El proyecto contempla la promoción del alojamiento turístico en las alcaldías Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Benito Juárez, que actualmente cuentan con el mayor número de espacios en Airbnb de la CDMX.
Sin embargo, también comprende el impulso de la llegada de la plataforma a otras con menor cantidad, como Xochimilco y Milpa Alta, identificadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) como aquellas con mayor número de personas en condición de pobreza.
Diana está por sumarse a los vecinos expulsados que tendrán que pagar más por rentar un departamento en una zona céntrica. De hecho, dice que todavía no encuentra un espacio bien ubicado que pueda pagar con sus ingresos actuales, aunque todos los días revisa páginas de bienes raíces y está suscrita a los boletines de varios ofertantes. Tiene un mes para decidir a dónde mudarse.