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Chilpancingo, Guerrero.- La exalcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, se encuentra en el centro de una creciente controversia luego de que admitiera haberse reunido con Celso Ortega Jiménez, líder del grupo criminal Los Ardillos, en 2021. La exfuncionaria, quien durante su mandato se vio envuelta en diversas acusaciones de corrupción y negligencia, ha intentado justificar este encuentro como un intento de buscar la paz en su municipio, sin embargo, sus explicaciones no convencen a muchos.
En un video filtrado en julio de 2023, se observa a Hernández saludando y conversando con Ortega, quien es señalado como uno de los principales responsables de la violencia en la región. Aunque la exalcaldesa intentó minimizar la reunión, afirmando que no sabía quién era el líder criminal en ese momento y que la cita no tenía fines ilícitos, su postura ha generado más dudas que certezas.
Las justificaciones de Hernández suenan a una defensa débil ante lo que parece ser una clara muestra de negligencia y falta de discernimiento al involucrarse con figuras vinculadas al crimen organizado. ¿Cómo es posible que, siendo una autoridad en el municipio, no tuviera la mínima precaución de saber con quién estaba tratando? La reunión, que según ella buscaba “dialogar por la paz”, revela una peligrosa falta de compromiso con la seguridad de los ciudadanos y una alarmante disposición a negociar con quienes representan la violencia y el caos.
La situación se complicó aún más cuando la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena decidió expulsarla del partido por este episodio, calificándolo de un acto que deterioró la imagen del movimiento. Es evidente que la imagen de la exalcaldesa ya estaba seriamente comprometida, no solo por su vínculo con grupos criminales, sino por la grave situación de inseguridad que vivieron los habitantes de Chilpancingo durante su mandato.
El asesinato de Alejandro Arcos Catalán, actual alcalde de Chilpancingo, en octubre de 2024, ha reavivado las especulaciones sobre la presencia de Los Ardillos en la política local. El crimen fue presuntamente motivado por la negativa del alcalde a entregar el control de la policía municipal al grupo criminal, lo que pone en evidencia la profunda relación de los políticos con la delincuencia organizada en Guerrero. Si Hernández, en su tiempo al mando, no pudo manejar correctamente las presiones de estos grupos, ¿cómo podemos confiar en sus intenciones de “buscar la paz”?
