La aparentemente inocua colocación de una estatua de Poseidón en las aguas de Progreso ha desencadenado una inesperada polémica entre los residentes locales. Según creencias ancestrales, la presencia del dios griego del mar ha enfurecido a Chaac, el venerado dios maya de la lluvia.
Mientras la península de Yucatán aún se recupera del impacto devastador del huracán Beryl, la estatua de Poseidón se ha convertido en un imán para turistas y curiosos, quienes desafían las advertencias locales para capturar fotos junto a la controvertida escultura.
Las teorías más osadas incluso sugieren que la estatua podría ser la causa detrás de la tormenta, alimentando el temor de que la furia de Chaac haya sido desatada por la presencia de este “intruso griego”.
En respuesta a esta creciente tensión, algunos grupos locales han amenazado con destruir la estatua como un acto de apaciguamiento hacia Chaac, buscando restaurar la armonía y prevenir futuros desastres naturales mediante antiguos rituales mayas.
El huracán Beryl, catalogado como categoría 5, dejó una estela de destrucción sin precedentes, afectando severamente destinos turísticos y provocando la cancelación masiva de vuelos en Cancún, además del cierre temporal de puertos cercanos.
A pesar de los estragos causados por el fenómeno meteorológico, las autoridades han informado un “saldo blanco” en la región, elogiando la responsabilidad y resiliencia de la comunidad yucateca frente a la adversidad.
La incertidumbre persiste en Progreso mientras residentes y autoridades se enfrentan a esta singular convergencia de mitología antigua y eventos climáticos extremos.