En ocasión del fin de cursos, una escuela de Córdoba (que algunos dirían que en realidad ‘es’ de Fortín), no sólo reconoció en un evento exprofeso, a los “mejores alumnos”. Por primera vez, anunció quien dirigía el evento, se reconocería a la “mejor familia”.
Y habló del papel de los padres de familia en las actividades escolares y en general de la comunidad educativa de ese Colegio en particular: escuela “de paga” (con inscripciones y colegiaturas de las más caras en la región).
El caso es que durante minutos, llenaron el auditorio con halagos para hablar de una familia que encabeza una persona honesta, trabajadora, entregada a su labor, comprometida con su entorno y su ciudad… en fin, una verdadera lista de cualidades y valores, que nos urgieron a saber de quién se trataba.
Cuando se dio el nombre, y vimos al Síndico de Córdoba, Luis Alberto García Hernández, pararse feliz de su asiento y acudir al escenario por el “reconocimiento”, nos quedamos mudos… mientras la familia y dos o tres lambiscones, entre ellos directivos y maestros del colegio, aplaudían.
La alegría del fin de curso de mis pequeños hijos y la convicción de que estaban en un buen colegio, se borró de inmediato.
¿Qué no saben los directivos y maestros de ese Colegio quién es ese individuo? ¿No conocen sus antecedentes, que están plasmados en denuncias? ¿No recuerdan que hasta mensajes directos de grupos delictivos ha recibido? Si se fue a Disneylandia con dinero de los cordobeses… es sólo una pequeña muestra de su grado de corrupción.
Y no me interesa plantear si es verdad o no que acosó o violó a una estudiante de intercambio rotario hace algunos años, eso es rumor a menos que alguien lo denuncie y se demuestre. Tampoco, si es cierto que está intentando despojar al Club Rotario del terreno en el que está fincado. Eso también es cosa que deben ver los herederos de los dueños del predio. Hay muchos “decires” de este corrupto personaje en la ciudad.
Me interesa que, hoy por hoy, en el Ayuntamiento de Córdoba, y en la Administración Pública Municipal que encabeza Tomás Ríos, el Síndico es una de las personalidades más nefastas y conflictivas. Se ha publicado en medios que es en su despacho donde recibe “los moches” de constructores y proveedores. También, que interviene a su favor para conseguir prebendas y utilidades de cuanta acción pública se inicia, como el caso del Caminatorio, el puente sobre el río. Ha quedado claro en publicaciones diversas cómo intervino para complicar el proyecto de remodelación del Mercado Revolución; cómo desde la Sindicatura, que maneja al area Jurídica, corrompe a notarios y a ciudadanos para obtener beneficio de las compras de terrenos y otras adquisiciones que hace el Ayuntamiento. Su intervención para tratar de colocar a sus nefastos seguidores en los puestos de elección, y al perder ese objetivo, ahora su lucha para que queden en algún puesto de la siguiente nómina municipal.
En fin, toda una “fichita” que sólo ha servido para que la imagen del Alcalde y de todo el Gobierno actual sea la que tiene: corrupción, ineficiencia y deshonestidad.
Y aprovecho para agradecer a EL BUEN TONO (si está usted leyendo esto, es porque lo publicó) por la difusión de este artículo de manera “anónima”, precisamente porque conozco al síndico García Hernández y temo que utilice sus “relaciones” para hacernos daño.
Ahora bien, una de las mayores urgencias de nuestra sociedad es la formación ética de niños y jóvenes, la renovación moral de aquellos que van a ser los protagonistas y los responsables de la andadura de la humanidad y los destinos de nuestra ciudad, nuestro País y el mundo en los años por venir.
En el hogar, pero también en la escuela, hay que ejercitar con los niños y jóvenes el saber en cada momento en qué nivel se están moviendo y percibir los distintos modos de realidad que integra cada acción humana. Esto les dará luz para comprender el valor y rango de sus acciones y les supondrá un extraordinario enriquecimiento de su personalidad.
Los valores no hacen referencia sólo a cualidades de preferibilidad, bondad, atractivo, sino a esas ideas que marcan al hombre una orientación fecunda para su vida.
Todo lo que contribuye a realizar la vocación del hombre y cumplir su misión en la vida encierra un valor. Vistos así, los valores son fuentes de posibilidades para actuar con pleno sentido.
Y si este Colegio en particular, reconoce y pone de ejemplo a su comunidad estudiantil los “valores” de este tipo de personajes, sólo porque es un funcionario publico de “alto rango” en el municipio, y asegura “buen trato” por parte del Gobierno hacia el Colegio, ¿qué valores está enseñando a sus alumnos?
Por supuesto, estamos ya inscribiendo a los niños en una escuela distinta. ¡Por supuesto! Porque para nosotros, como padres de familia, el colegio, sus directivos y maestros, influyen de manera especial en la formación de ideas, actitudes y modos de interpretar la realidad de sus alumnos. Es necesario también reconocer que nadie da lo que no tiene, es decir, que ningún profesor enseñará un valor que ni él mismo profesa o se encuentra en su persona, pero que no es difícil adquirir con un poco de voluntad. Pero en este Colegio, el caso es letra muerta.
Ya habían reconocido especialmente a un vástago de Armel Cid, otro político local, corrupto, golpeador de mujeres y pésimo alcalde. Esa “pista” nos hubiera servido para ver lo que seguía…
El fomento de valores en el Colegio debe plantear la posibilidad de un mejor futuro. El propósito de formar en valores es lograr el desarrollo integral de los alumnos, así como la construcción de una mejor sociedad, respetuosa, democrática y humanizante. La enseñanza de valores como honestidad, y la formación cívica deben ocupar lugares centrales en ese propósito.
Nuestros hijos no van a crecer con esos “ejemplos”. Es una pena que el Colegio crea que necesita de esos “aliados” que más bien lo desacreditan, pero lo es más, que anden de “lametraseros” de gente corrupta, sin escrúpulos, deshonesta e inmoral hasta la pared de enfrente. Allá ellos.