por: Gilberto Nieto Aguilar / columnista
En entrevista publicada por El Tribuno de Salta, Argentina, el 13 de agosto de 1996, Daniel Cassany, lingüista español de sobra conocido, reflexiona sobre el abandono que sufren hoy en día dos actividades tan importantes como son la lectura y la escritura y responde lo que ha sido una nueva concepción de ambas actividades:
«La gente puede tener la sensación de que la lectura y la escritura se están muriendo, que están llegando otras formas de comunicación audiovisual, pero es falso. Lo que ocurre es que está cambiando la forma de leer y de escribir. Cuando pensamos en la lectura, pensamos en una novela y una butaca, mientras se descansa en un tiempo de ocio. Pero resulta que en el tiempo libre la gente ve televisión. Sin embargo, con la tecnificación y sofisticación profesional, la gente lee y escribe más en el trabajo en formas que no son estrictamente literarias».
En el imaginario social, no sólo de México, prevalece la idea de que la mayoría de las personas dedica más tiempo a ver televisión (o Internet) que a leer un libro o escribir. Cassany responde: «Es falso que haya rivalidad. Sí hay competencia en determinados ámbitos, como en el de la utilización del ocio. Pero en el sector secundario y terciario, en las profesiones liberales, la lectura y la escritura se han hecho un instrumento de trabajo».
En otro sentido instrumental, la influencia e importancia de las matemáticas en la sociedad ha ido en constante crecimiento, en buena parte debido al espectacular aumento de sus aplicaciones. Puede decirse que todo se matematiza. Desde que nacen, los niños y niñas van formando poco a poco sus conceptos e interpretaciones de vida. Su personalidad, su carácter y su criterio crecen a partir de las experiencias y del conocimiento que logran obtener a lo largo de su desarrollo y de la formación de un pensamiento lógico matemático.
Para satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje, además de las herramientas esenciales mencionadas (lectura, escritura, expresión oral, cálculo, solución de problemas) se necesitan los contenidos básicos del aprendizaje (conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes) necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir y desarrollar plenamente sus capacidades, como se establece en el Artículo Primero de los objetivos de la Educación para Todos, declarados en Jomtien, Tailandia, en 1990.
Hace casi setenta años, las naciones de la tierra afirmaron en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) que “toda persona tiene Derecho a la Educación”. Sin embargo, pese a los importantes esfuerzos realizados por los países del mundo para asegurar el Derecho a la Educación para todos, no se ha erradicado el analfabetismo en muchas partes del mundo, ni todos los países han cumplido los acuerdos tomados en las Declaraciones Mundiales de la Unesco (Jomtien, 1990; Dakar, 2000 e Incheon, 2015).
La importancia de la educación es obvia, ya que se trata de un Derecho fundamental. Como bien asientan los documentos elaborados en estos encuentros, «ningún país ha logrado prosperar sin educar a sus habitantes. La educación es la clave para un crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza. La educación ayuda a aumentar el nivel de seguridad, de salud, de prosperidad y de equilibrio ecológico en el mundo. Fomenta el progreso social, económico y cultural, la tolerancia y la cooperación internacional. La educación en sí es probablemente el medio más eficaz para controlar el crecimiento demográfico, reducir la mortalidad infantil, erradicar la pobreza y garantizar la democracia, la paz y el desarrollo sostenible. La educación básica es el cimiento del aprendizaje a lo largo de toda la vida y de la adquisición de aptitudes. Es la base, el fundamento, pero no el techo de la educación (Dakar, 2000).
En 1990, Jomtien, Tailandia, no fue un suceso aislado sino que marcó el inicio de un poderoso movimiento que conserva su vigencia gracias al Foro Consultivo Internacional sobre Educación para Todos. Asienta el criterio de que en el mundo universal de las ideas no existe sexo, edad, raza, nacionalidad, condición social, religión, tiempo o espacio. La educación y sus beneficios son para todos.