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La “cultura” del narco-corrido

Superiberia

He visto más que necesario aclarar que a la hora de escribir el título, me he visto en la necesidad de utilizar comillas para encerrar la palabra cultura, y más allá de las comillas me hubiese gustado usar signos de admiración y de interrogación; mas por reglas gramaticales me he limitado hacerlo. Si bien es cierto este tema quedará a discusión sobre el hecho de poder llamar a dicho género musical como cultura, cabe preguntarnos cuántos de nosotros no hemos encontrado en una canción el sentido del amor, de la amistad, de la vida, y ahora enrolándonos en el tema que nos compete, lo diré, por qué no, hasta el sentido a la muerte. 

Sí, constantemente escuchamos retumbar las ventanas, ya sea de las casas y de los autos cómo suenan las detonaciones, hemos visto cómo salpica la sangre; y al decir esto es necesario aclarar que es en sentido metafórico, pues esas revelaciones de violencia salen de una bocina mediante la voz de algún cantante que nos relata algún episodio de la vida de algún personaje, ya sea conocido o desconocido, sus hazañas, su forma peculiar de comportarse en sociedad, de regir comunidades, de incapacitar al gobierno ante su poder, y lo que más atrae principalmente a los jóvenes y a los no tan jóvenes, es esa manera que los distingue a unos y a otros en burlan las trampas de la vida y por ende las de la muerte. Y no sólo se burlan de la muerte, viven con ella, y ella viaja con ellos, los alimenta, los protege, y valga la ironía, hasta los libra de ella misma. Y es de este modo que encontramos una justificación a por qué la juventud y una comunidad en general puede sentir esa devoción por la violencia, la imposición de poder mediante la siembra del terror en la conciencia ajena. Quizás, existan detalles en torno a este asunto que sean más relevantes a los ya mencionados, y entre ellos podemos resaltar la acción incondicional casi arraigada a una mentalidad de vivir el aquí y el ahora, sin ningún tipo de consideración ni por lo pasado, y mucho menos por lo venidero, la acción desmesurada de ejercer cuantiosos gastos comprando placeres que harán de esa experiencia de vida algo mucho más placentero y que les llevará al mismo tiempo a que su transcurso corto o prolongado por este mundo de justicias terrenales y celestiales, les sea más liviano en cuanto a cuestiones de dolor en un espacio geográfico cuyo espíritu humano, para ellos, no tiene cabida para el remordimiento, la piedad ni la misericordia, pero en contraparte, sí tiene un amplio criterio para respetar la inocencia de individuos que no se involucran en dichas actividades o como lo dicen en ese medio, que no les estorban para realizar sus perversas hazañas. He aquí la pregunta central de este tema: tendrá en este sentido, un grado de justificación que la era en que vivimos se encuentre en los niveles de descomposición que observamos permanentemente en la vivencia y en los diversos medios de difusión, y medularmente representada por una sociedad privilegiada: la juventud, que como concluyera Benedetti…sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente.” 

¿Qué les queda a los jóvenes? – Mario Benedetti.  

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