AGENCIA
Siria.- La caída del régimen de Bashar Assad tras casi 14 años de guerra civil marcó el fin de una era en Siria, poniendo término al dominio de su familia que se extendió por más de medio siglo. Este dramático desenlace ocurrió el domingo, luego de que insurgentes tomaran la capital Damasco tras el colapso de las fuerzas gubernamentales, abandonadas por aliados distraídos en otros conflictos globales.
Assad, quien asumió el poder en 2000 tras la muerte de su padre, Hafez Assad, comenzó su mandato como una figura que prometía reformas. Con solo 34 años y educado como oftalmólogo en Occidente, se proyectaba como un reformador moderno. Sin embargo, ante las protestas prodemocráticas de 2011, respondió con una brutal represión, sumiendo al país en una guerra civil devastadora que cobró la vida de casi medio millón de personas y desplazó a la mitad de su población.
El conflicto convirtió a Siria en un campo de batalla internacional, con actores como Rusia, Irán, Estados Unidos y Turquía involucrados en la lucha por el control. A pesar de la recuperación territorial de Assad en años recientes, un sorpresivo avance insurgente en noviembre cambió el rumbo, llevando a la caída de su gobierno.
La incertidumbre reina ahora en Siria, con el paradero de Assad desconocido y sin un sucesor claro. Mientras tanto, el país queda fragmentado, devastado por años de violencia y marcado por un legado de abusos, incluyendo tortura y ejecuciones extrajudiciales documentadas por grupos de derechos humanos.
El fin del régimen de Assad cierra un capítulo oscuro en la historia de Siria, dejando tras de sí una nación herida, millones de refugiados y una profunda crisis humanitaria que el mundo aún debe enfrentar.