Alejandro Solís
Columnista
Hastiada de 100 años subordinada, la población mexicana fue volcada a votar por un candidato “democrático liberal” al gobierno ejecutivo federal, para administrar, en México, la crisis general y última del capital.
Dadas las condiciones objetivas para cerrar la etapa histórica de apropiación oligopólica de la riqueza mundial, tenemos el privilegio de mirar cómo se debate en todo el planeta el factor subjetivo que ha de inspirar el ingreso universal a la nueva formación socio-económica; incluyente de todos, hasta de los más reacios a participar en política.
Estando marcadas las tendencias generales sobre el más humano y más inhumano rumbo, los grupos de poder, Estados, gobiernos, administradores sexenales, pelean a más no poder inventando terceras salidas al clásico enfrentamiento de las clases sociales: capital contra trabajo; capitalismo versus Socialismo. La sociedad del “quítate que ya llegué”, contra: “hay lugar para todos, sabiéndonos acomodar”.
Cuánta razón le cabe a López Obrador, presidente, al afirmar que la crisis no resulta del Coronavirus, pues le antecede, como es el caso de la emergencia de los sistemas de salud anulados por los neoliberales, resultando caóticos, inapropiados e insuficientes. Pero, sinrazones, mentirillas, suciedades santificadas desde la Mañanera Hora Nacional y operadas todo el tiempo, indican lo contrario.
Siendo presidente por voluntad mayoritaria de 32 millones de votos envacados, es su derecho decir misa legitimada por tanta fuerza electoral rejuntada, legalizada por las leyes constitucionales -horror- establecidas durante el renegado periodo neoliberal:
Gana la administración federal de la República, quien obtenga el 50% más uno de los votos depositados en urnas. Si la diferencia, con su rival más fuerte es del 5%, el triunfo es irrebatible. Quien logre sentarse, así, en la silla presidencial, puede ejecutar el programa que enarboló en campaña; incluyente de la participación de quienes fueron sus rivales perdedores, pero con derecho a voz, voto, y canonjías de Estado, para “seguir cultivando la democracia”, sin utilizar la aplanadora. Prometiendo no ser dinosaurio, el Peje ganó.
Sentado en la silla presidente, impulsa el programa de Bienestar Primero de los Pobres, perturbando las relaciones sociales de propiedad y producción implantadas entre 1968 y 2018 mediante el modelo neoliberal a beneficio de la oligarquía financiera, así como a las comunidades originarias y poblaciones afectadas por las obras de su gobierno.
Siendo millonario el estamento de clase favorecida, la pelea es implacable y conocedora de los intestinos sucios de la burocracia capacitada y colocada en puestos de control. 25 familias acumularon tanta riqueza que pasaron a formar parte de la Oligarquía. Los casos más vistosos son Carlos Slim, Jorge Larrea, Salinas, Salinas de Gortari, Torruco, Azcárraga, Iglesias, probablemente asociados con Soros, Finck, Rockefeller.
Para cimentar su dominio en terrenos aztecas, la oligarquía imperial neoliberal estructuró la organización legal, económica, política, policiaco militar y burocrática necesaria para sus finalidades de acumulación monopólica, adicionada con cultura de masas consumistas, pragmáticas, acríticas, tecnócratas; acéfalas.
Para cuidar sus trámites fue creado un aparato burocrático corrupto, lúgubre, implacable, sin inclinaciones solidarias legítimas, ni de ayuda a los otros.
Entronados, borraron todo viso de legalidad real, apoyados en el legalismo aportado por los partidos reformistas de Estado, festinado por medios de comunicación de masas billetadas.
EstadoModeloGobiernoRégimenGruposDePoder Para la seguridad de sus negocios y familiares, la oligarquía financiera dispone de grupos profesionales ejecutando tareas de vigilancia preventiva y resolutiva en cielo, mar y tierra.
Con presencia en todo el país, la realización de sus encomiendas debe ser expedita, mejor si está bien documentada, y, letal, cuando el caso así lo amerite. Además, para garantizar su tránsito por el territorio de operaciones y familiares, la oligarquía y la burguesía disponen de grupos armados privados.
Destaca la dirección y conformación de grupos de poder en torno de las funciones del régimen y del gobierno. Esta cadena de vinculaciones de Estado implica, entre siameses, una importante desigualdad:
El Estado oligarca determina el modelo económico/político a seguir, al Gobierno, al régimen en turno, y, a los grupos de poder. Pero, al revés, la cadena no funciona igual:
Eventualmente, mediante elecciones arregladas, grupos de poder logran acceder al régimen, realizando tareas operativas gobernantes durante el periodo determinado; pero, no acceden -o muy difícilmente- al Estado.
Engatusado. En menos de 24 meses de administración nacional, los ideales de la 4ª Transformación de la vida pública de México (4ªTVpm) han sido aplanadas como válvulas de escape, y/o, curvas pandémicas. Otros objetivos, como el crecimiento al 4, 3.4, 2.4, 1.7% del PIB, y, la tasa de equivalencia con el dólar, no solo se aplanaron: se hundieron, tanto como, o más, que el precio del barril de petróleo; con las calificadoras internacionales encima, AMLO ha sido apercibido:
En un mercado controlado de producción y venta de materias primas y gasolinas, nuevos oferentes tienen qué negociar. El exceso de inventarios petroleros, ponen a parir chayotes el proyecto de Dos Bocas y siete refinerías, quebrando el presupuesto federal 2020.
DestetadoElNeneAconseja. Superada la etapa infantil del gobierno morenero, con la oligarquía financiera apretando y la burguesía quejándose de malos tratos, añorando los tiempos aquellos donde con cualquier pretexto el gobierno en turno rescataba quebrantos, AMLO no quita el dedo del renglón, develando su secreto: primero van los pobres “en la cadena de explotación”. Si no, ¿cómo hacernos del producto de su trabajo? Exactamente como en el modelo neoliberal. Y, entonces:
¿DondeEstáLaTruculencia? En las apariencias. En el verbo. En los términos de la retórica esgrimida para recuperar dominios ocupados, hoy, por emergentes.
Ideólogos de oficio manejando verbos confunden a las masas con destellos, ocultando que la casa matriz capitalista dispone de decenas de modelos ajustables a la realidad de cada país enclaustrado por el mismo modo de producción y apropiación de la riqueza.
Ni el neoliberalismo, ni el bienestar son modelos económicos. Son modelos políticos inventados para engatusar al pueblo con tamborazos y palomazos entre conservadores y liberales, para distraerlo, evitando que ubique tras de ellos al mismo grupo de poder: la oligarquía financiera internacional, y, sus socios criollos.