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KAT BROWN: GATOPARDISMO TRENDING

Superiberia

  • La realidad sensible. Para comprenderla, destacan las rigurosas teorías del Poder de Estado y la Formación Socio-Económica; además del raciocinio, sobre ellas versan opiniones de sentido común, a menudo teñidas de ánimos piadosos y festivos.
  • Fúchila con el “gatopardismo”. En ese ambiente geo-político, antes, durante y después de su triunfo, Andrés Manuel López Obrador, da fe de sus preocupaciones por no caer en más de lo mismo.

Alejandro Solís
Columnista

En política pública, los hechos interpretados por la mayoría pueden no corresponder a lo divulgado, menos con la presencia ideológica poderosa agazapada: así pasa en todas las expresiones del pensamiento y de la sociedad humana, y, el gobierno, no queda al margen. Científicos y advenedizos encargados de escudriñarlo, relacionan los fenómenos considerando sus características observadas.
De su esfuerzo intelectual salen miles de versiones, haciendo casi imposible ubicar verdad en medio de la mar de información digitalizada.
La realidad sensible. Para comprenderla, destacan las rigurosas teorías del Poder de Estado y la Formación Socio-Económica; además del raciocinio, sobre ellas versan opiniones de sentido común, a menudo teñidas de ánimos piadosos y festivos.
El revisionismo cunde por doquier. Organizaciones, partidos, comunidades, grupos, individuos, externan sus pensamientos y actividades sobre los sucesos de la vida política pública, las más de las veces torcidas.
Hay opiniones que tienen gran peso y significado, difundidas de acuerdo a los intereses de quien las expresa y sus recursos comunicativos. Por sus intenciones manipuladoras de la opinión pública, estas ideas clasifican como ideología.
El tema viene a cuento porque la vida nacional apunta a simular, detener y torcer las pretensiones iniciales de la Cuarta Transformación de México, sustentado en un discurso de honestidad, austeridad y ético que ha impactado al 53% de quienes votaron por AMLO.
Magnificando el cambio de régimen, para legitimarlo. La clase política mexicana y gran parte de la comunidad internacional saluda efusiva el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, presidente virtual/electo, que pronto ha de recibir la constancia emitida por el Instituto Nacional Electoral y, con ello, consagrando al sistema constituido.
Sin mayor oposición, el ungido manda de facto, mientras el ido se despeña discreto, destronado del liderazgo de un partido en extinción acusado por su creación como la causa estructural de la debacle nacional.
La transición fue contundentemente bruñida por la derrota de sus adversarios con tanta diferencia entre el primer lugar y los segundos, que, Morena se hizo de la mayoría parlamentaria en el Congreso Nacional y en casi todos los estados de la República, conformando un poder político público y una aplanadora legitimada llamada a conducir los destinos Patrios durante el próximo cuarto de siglo.
Mientras el pueblo celebra esperanzado el advenimiento de la prometida sanación republicana, voces reservadas y disidentes aconsejan tomarse las cosas no tan a la ligera, pues podría ser que tras de verbos diferentes, se imponga la tendencia de siempre: todo a favor del patrón sistémico.
“Cambia el capataz, pero no el finquero”. Carlos Slim, dice: “López Obrador ganó con contundencia, el cambio está siendo muy terso… un Gobierno sobrio y austero permitirá ahorrar dinero público e invertirlo en el sector interno…”
Nótese cómo uno de cinco súper millonarios del mundo destaca lo aterciopelado del cambio político de un grupo de poder desprestigiado por otro circunspecto, mesurado, modesto, que promete no hacer cartera personal del mayor endeudamiento nacional. Oliendo todo a diferente, puede ser lo mismo.
Felipe Zermeño López, apercibe. Ilustrado lector de la Jornada (03.08.18), previene tomar las cosas con cautela y deseando que la supuesta alternativa de izquierda política económica de austeridad de AMLO no sea la misma que durante 36 años nos recetaron los neoliberales representados públicamente por el PRI y el PAN: “por dispareja, (pues) se aprieta el cinturón al pueblo al tiempo en que las ganancias y el gasto derrochador de los de arriba (incluida la burocracia gobernante) aumenta […]
La austeridad fiscal se aplica disminuyendo la inversión pública y el gasto social, en relación con el ingreso del sector público y mediante una política salarial restrictiva.
Un objetivo es que las finanzas públicas registren un superávit primario -una parte importante de los ingresos tributarios no va a inversión ni a gasto social- que íntegro se entrega al sector financiero.
Sociedad de iguales. Pero, si de lo que se trata es de equidad, tendrá también que procurar una mejor distribución del producto en toda la economía, especialmente entre el capital y el trabajo […] de lo contrario, de nuevo tendremos alternancia política, pero no la alternativa económica, social, humana”.


La sombra del gatopardismo mundial. Para paliar la crisis nacional e internacional del sistema dominante, incrementado por las rapaces políticas neoliberales manifestadas en la oposición de los pueblos a seguir soportando las férreas condiciones de explotación y miseria, como sucedió en Grecia, Brexit, Italia, así como en los EE.UU., la estrategia y tácticas del poder han variado con el objetivo de darle paso al modelo socialdemócrata cristiano facilitador de gobiernos de coalición.
Gatopartidismo en la morada. El término gatopardismo señala que el reformismo político tiende a cambiar de apariencias, y cuando la situación lo exija, muda de aires para que las relaciones de propiedad establecidas permanezcan.
La genial táctica electoral de Estado permitió por vez primera en un siglo dejar fluir la voluntad popular en urnas, sin mayor uso de recursos del miedo, mapaches, inhibición, compra e inducción de votos.
De acuerdo con Zermeño, esto significa austeridad en el gasto público; lo cual permite canalizarlos al consumo interno, aplaude Slim.
Aplaudida transición barata. Sin demérito de los millones de boletas a su favor, el Estado permitió que AMLO, cual experto beisbolista, en la tercera oportunidad metiera jonrón con casa llena para ganar de calle a sus pasmados oponentes.
El INE, la presidencia saliente, los medios de comunicación de masas, se vistieron de demócratas liberales disponiendo al país para continuar dentro de la formación socio-económica hegemónica a largo plazo.
Fúchila con el “gatopardismo”. En ese ambiente geo-político, antes, durante y después de su triunfo, Andrés Manuel López Obrador, da fe de sus preocupaciones por no caer en más de lo mismo.
El 25 de mayo de 2013, en un comunicado argumentó y expuso que “el Movimiento de Regeneración Nacional está luchando para que se dé un verdadero cambio, ¡ya basta de simulación!, de engaños, del “gatopartidismo” esto que consiste en que las cosas en apariencia cambian para seguir igual”.
A un mes de relaciones amorosas entre los idus y los idos de 2018: “Para corregir los abusos en la CFE necesitamos gente como Manuel Bartlett. Respeto mucho la opinión de todos, pero tengo la responsabilidad de que haya orden y que los conservadores no sigan saqueando a México. El gobierno ya no estará al servicio de una minoría”. Al punto.
Ricardo Pascoe, insinúa. “Todo huele a Zedillo”. Si uno resulta sospechoso, son demasiados más de tres Zedillistas colocados en puestos clave del virtual gobierno de regeneración: Olga Cordero, Esteban Moctezuma, Manuel Bartlett”.
Rondando andan Guillermo Ortiz y Santiago Levy; con historial laboral en el FMI y el BID, respectivamente. Últimamente se acerca a la casona de la Roma, un cuadro “honesto, sincero” de cualidades transexenales: Meade, con lo que la sombra morada del caudillo gatopardece.
Si no hay equidad, será más de lo mismo. López Obrador, dice: “es natural que existan las críticas, porque durante muchos años se llevó a cabo una política donde no contaba el pueblo, eran nada más los políticos y los llamados hombres de negocios los que dominaban México. Ahora el Gobierno va a representar a todos, a ricos y a pobres”; añadiendo:
“Va a haber un gobierno que va a representar a los ciudadanos y que va a cuidar que el patrimonio nacional no beneficie a una minoría, sino que sea en beneficio de todos los mexicanos”.
En beneficio de la duda metódica. Veremos si la nueva administración es capaz de terminar con la injusta distribución de la riqueza, donde Don Dinero cruzado por millones, solo propina centavos, a los de siempre; pero ahora con un modesto intermediario de lujo.

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