Agencias
Coatepec, Veracruz. – A tres años de interponer una denuncia por abuso sexual, María “N”, ahora de 19 años, y su familia exigen justicia contra Carlos “N”, pastor de la iglesia “Casa de Oración” en Coatepec. El caso, que involucra a una menor y varias mujeres adultas, ha sido catalogado como un asunto de “culto religioso” por un juez, lo que permitió la liberación del acusado en febrero de 2025. María y sus allegados reclaman acciones firmes para evitar que el pastor continúe dañando a más mujeres y niñas de la congregación.
María, quien tenía 15 años al momento de los hechos, denunció que el pastor la encerraba en su oficina, casa o automóvil para abusar de ella, amenazándola para mantenerla en silencio. Otras tres mujeres, incluyendo una de 50 años, también habrían sido víctimas. Sin embargo, el juez René Ortiz Sartorius varió la acusación de abuso sexual a un delito relacionado con el culto, argumentando falta de pruebas. “Salió libre. Ahora hay riesgo de que más niñas sean víctimas”, expresó María con frustración.
La denuncia, presentada en 2022 ante la Fiscalía Especializada en Delitos contra Mujeres y Niños, quedó registrada bajo la carpeta de investigación COA/DXII/FEMUJ/FE1/133/2022. Pese a las pruebas y testimonios, el pastor fue liberado tras pasar por prisión preventiva y arresto domiciliario. María lamentó que miembros de su propia familia, incluida su madre y abuela, apoyaran al acusado, contradiciendo su testimonio. “Mi abuela incluso vio cuando el pastor se encerró conmigo en su oficina”, declaró.
Este caso no es aislado. En Veracruz y otros estados, líderes religiosos han sido acusados de abusos sexuales, pero muchos evaden la justicia gracias a la influencia de sus congregaciones. En 2023, en el puerto de Veracruz, otro pastor fue señalado de abusar de niñas, pero el caso quedó impune por falta de denuncias formales. María y su familia exigen que las autoridades, incluida la gobernadora Rocío Nahle y la Fiscalía General del Estado, revisen el caso y garanticen justicia.
María concluyó con un mensaje claro: “No quiero que más niñas pasen por lo que yo viví. Necesitamos justicia para que esto no vuelva a ocurrir”. Su lucha es un llamado urgente a las autoridades para que actúen contra la impunidad y protejan a las víctimas de violencia sexual en entornos religiosos.
