Diez meses después del terremoto que devastó esta ciudad, a las familias damnificadas sólo les queda una esperanza: que las autoridades federales, estatales y municipales recién electas pongan en marcha un verdadero plan de reconstrucción que incluya hogares, negocios, servicios públicos e infraestructura urbana.
En un recorrido se observó que varias familias aún viven en cobertizos plástico, casi a la intemperie, pues muchas fueron excluidas del censo para recibir apoyos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y del fideicomiso estatal Unidos por Morelos.
JORNADA