Orizaba.- En su primera homilía, don Eduardo Cervantes Merino dijo: “Hermanos en este día, dentro de la cincuentena pascual, en que tomo posesión de esta iglesia Catedral de Orizaba, les invito a renovar la vida en Cristo que recibimos el día de nuestro bautismo”.
También mencionó que: “Les animo a crecer como discípulos misioneros de Jesús, a construir una Iglesia en comunión y participación, donde la Palabra sea la principal luz y animación de la acción pastoral y los sacramentos, especialmente la Eucaristía, constituya el centro y culmen que dé sentido y vitalidad a la vida cristiana”.
A los sacerdotes, principales colaboradores del obispo en la vida de la Iglesia, los exhortó a reavivar el don de Dios que recibieron el día de su ordenación sacerdotal, mediante la imposición de manos del obispo, y a renovar la promesa de obediencia y respeto al Señor Jesús en la persona del obispo en funciones.
“Les invito, hermanos, a asumir una permanente conversión pastoral que nos permita poner en contacto con Cristo, superando las estructuras caducas que no funcionan para la evangelización. Superemos actitudes pastorales de autopreservación y asumamos una opción misionera en la que las estructuras de nuestras comunidades sean un adecuado cause para la evangelización, de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo”, (cfr. EG 27), expresó,
Y añadió: “Hagamos de la parroquia presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración”. (EG 28).
Les recordó que Dios les confió la grave tarea de evangelizar y ellos tienen las llaves para abrir o cerrar, favorecer o impedir el encuentro con el Señor, “y de esto se nos pedirá cuentas. Respondamos con alegría a la confianza que Dios nos ha dado a partir del día de nuestra ordenación sacerdotal”.