Venezuela se desgaja y América Latina observa. Hay quienes piden que se haga más. Que ante los abusos de poder de Maduro y su gobierno que ya han dejado como saldo cerca de 20 muertos, la comunidad internacional debe intervenir.
En estos días ha sido muy notoria y criticada la postura de la Organización de Estados Americanos sobre el tema. La polémica surge a partir de un artículo publicado por el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, (“Sólo el diálogo puede cambiar la dinámica de confrontación”) en El País en donde justifica la no intervención de la OEA en el conflicto venezolano.
En ese mismo periódico Álvaro Vargas Llosa resume la postura de Insulza de esta manera: “El secretario general de la OEA demuestra mucho más interés por evitar que Nicolás Maduro lo considere intervencionista que por los muertos, los presos políticos, la ausencia de libertad de expresión, la abolición de la independencia de poderes y el uso de paramilitares achacables al gobierno venezolano”.
¿Por qué sí debería intervenir cuando menos la OEA en la crisis venezolana?
La teoría política dice que cuando hay dos partes en conflicto, la parte débil busca hacerlo público, para aumentar el número de participantes y así poder reacomodar el equilibrio de fuerzas. Por el contrario, la parte más fuerte buscará mantener el conflicto en privado, sin intervención, porque eso le permitirá mantener la correlación existente de fuerzas. El statu quo.
En este caso, Maduro prefiere el statu quo que la intervención y por ello está pidiendo que la comunidad internacional se quede fuera del conflicto venezolano. Argumenta que hay intentos de golpe de Estado y que por ello debe su gobierno actuar con la firmeza con la que lo está haciendo.
Pero si en verdad hubiese intentos de golpe de Estado, lo mejor para el gobierno de Maduro sería que la comunidad internacional interviniera para ayudar a ponerle un alto.
La intervención es un mecanismo de control en el mundo para evitar los horrores que en otros momentos otras poblaciones han tenido que soportar. Pensemos en el ejemplo de la Alemania nazi, a mediados del siglo pasado o en el papel que están jugando Rusia y Estados Unidos ahora en la crisis ucraniana.
América Latina no puede permanecer inmóvil ante la crisis venezolana. La Organización de Estados Americanos tendría que tener una postura mucho más firme en contra de los abusos a los derechos humanos, que un gobierno encabezado por un Presidente designado a dedo por su antecesor está cometiendo ahí ahora.
Insulza, como bien recuerda Vargas Llosa, no pensó que expulsar a Honduras de la OEA cuando la crisis del presidente Manuel Zelaya en 2009 fuese una mala intervención. ¿Por qué sí intervenir en el conflicto hondureño y no en el venezolano? Es injustificable.
Cuando ya se cumplen tres semanas de las marchas convocadas por Leopoldo López y ante su encarcelamiento y las muertes en las protestas, la OEA debería invocar la Carta Democrática Interamericana para que en Venezuela llegue un verdadero régimen democrático no manipulado por los Castro de Cuba.