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INAH cómplice de la destrucción; calla ante abusos de Rosales

Superiberia

Efraín Hernández

El Buen Tono

Fortín.- Mientras el presidente municipal, Gerardo Rosales Victoria, arremete sin miramientos contra el patrimonio histórico del municipio, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encargado de preservar los bienes culturales del país, permanece omiso, lo que también es corrupción, ausente, y en silencio.

El ataque más reciente ocurrió en la avenida 2, de la colonia Centro, donde fue demolido un barandal emblemático que formaba parte de la arquitectura que identificaba a Fortín. 

Esta acción, ejecutada en la madrugada y sin consulta pública, es sólo una muestra más del desprecio por la herencia histórica del municipio. 

Y mientras los habitantes de Fortín exigen justicia, las autoridades responsables guardan silencio.

La dependencia encargada de proteger el patrimonio cultural de México se quedó sin hacer nada en Fortín. 

Ni una declaración, ni una intervención, ni medidas preventivas. Su omisión permite que alcaldes como Rosales Victoria actúen con impunidad, destruyendo elementos históricos bajo el pretexto de proyectos privados que nada aportan al desarrollo sostenible de la comunidad, pero sí le quitan la identidad a la ciudad.

El derribe del barandal representa la pérdida de una pieza de la historia de Fortín, pero también un precedente peligroso. 

Si quienes deberían velar por el legado cultural no intervienen en casos como este, ¿qué esperanza tienen otros municipios de resguardar su historia frente a políticos interesados en el beneficio personal? El mutismo de la entidad cultural es un reflejo de una organización que perdió su propósito. Mientras sus dirigentes se ocupan de trámites burocráticos o proyectos mediáticos, los patrimonios históricos locales quedan desamparados frente a los intereses privados.

“Es inaceptable que una institución creada para defender el patrimonio de los mexicanos actúe como si esto no fuera su responsabilidad. ¿Qué esperan? ¿Que desaparezca todo vestigio de nuestra historia para entonces reaccionar?”, expresó un ciudadano indignado.

La destrucción del barandal histórico de Fortín no es un caso aislado, sino parte de un patrón que se repite en todo el país: el abandono del patrimonio cultural en manos de políticos locales corruptos y la negligencia de las autoridades encargadas de protegerlo.

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