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Campeche.- En el estado de Campeche, una antigua tradición que va más allá del conocido pueblo de Pomuch sigue viva: la limpieza de los huesos de los difuntos. Esta costumbre, profundamente enraizada en la cosmovisión maya, es una forma singular de honrar a los muertos y mantener la conexión con los ancestros. Aunque Pomuch, en el municipio de Hecelchakán, es el lugar más famoso por esta práctica, otras comunidades de la región también realizan este ritual sagrado.
Pomuch se ha convertido en un referente cultural gracias a la tradición del Choo Ba’ak, en la que cada año, antes del Día de Muertos, los restos óseos de los fallecidos son exhumados y limpiados minuciosamente. Este ritual atrae a turistas y curiosos que se acercan a presenciar una de las celebraciones más singulares del país. Sin embargo, localidades menos conocidas como Santa Cruz Ex Hacienda y San Antonio Sahcabchén, en Calkiní, también practican este ritual con el mismo respeto y fervor, manteniendo viva una tradición que trasciende el tiempo.
Para los mayas, la muerte no es el fin, sino una parte esencial del ciclo de la vida. Mantener los huesos limpios asegura que los espíritus de los difuntos puedan regresar y convivir con los vivos durante las festividades del Día de Muertos. Este acto va más allá de lo simbólico: es una forma de reafirmar la conexión con los ancestros, de recordar que la vida y la muerte están intrínsecamente entrelazadas.
La limpieza de huesos en Campeche no solo es una muestra de la rica herencia cultural de la región, sino un recordatorio de la importancia de preservar y respetar las tradiciones que, generación tras generación, mantienen viva la esencia de sus comunidades. En estos pueblos, la muerte no es una despedida definitiva, sino una continuación de la vida en una dimensión distinta.
