En un episodio insólito que ha dejado perplejos a propietarios de restaurantes en España, un hombre de origen lituano, identificado como Aidas J., ha sido detenido por la policía tras simular más de 20 episodios de infarto con el propósito de eludir el pago de sus cuentas en diversos establecimientos gastronómicos. El sujeto, residente en Alicante, solía hacerse pasar por un turista ruso.
Este no fue el primer encuentro del hombre con la justicia debido a sus fraudulentos intentos de no pagar en restaurantes. Ya había sido detenido en noviembre del año anterior y nuevamente en septiembre, ambas veces por el mismo motivo.
Su último intento de no pagar tuvo lugar en “El Buen Comer”, un restaurante situado en el distrito histórico de la ciudad, donde solicitó una costosa cena que incluía una paella de mariscos y dos whiskies, cuyo total ascendía a 40 euros. Cuando llegó el momento de abonar la cuenta, intentó levantarse y marcharse discretamente, pero uno de los empleados lo sorprendió in fraganti. En un intento de justificación, alegó que necesitaba regresar al hotel por más dinero, ya que no le alcanzaba. Sin embargo, de repente, comenzó a expresar malestar y se desplomó, alegando que sufría un infarto. Moisés Doménech, el propietario del restaurante, describió su actuación como “muy teatral”, fingiendo desmayarse y dejándose caer al suelo.
El personal del establecimiento alertó a la policía, quienes de inmediato lo reconocieron debido a sus detenciones previas. A pesar de sus arrestos previos, Aidas parecía tomárselo con humor, siempre sonriendo al llegar a la comisaría.
Si bien se trató de delitos menores y los montos estafados no fueron sustanciales, un abogado explicó que no podrían imponerle una condena prolongada. Sin embargo, la Asociación Provincial de la Hostelería decidió boletinarlo para negarle la entrada a los restaurantes de la zona, buscando poner fin a su peculiar método de “comer gratis”.
Este hombre, conocido ya como el “gastrojeta”, se ha vuelto una figura célebre entre los restaurantes de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, su suerte parece haber llegado a su fin con su última detención, que podría marcar el final de sus travesuras gastronómicas. Su caso ha generado desconcierto y ha dejado una huella memorable en la industria de la hostelería en la región.