El metro de Nueva York vuelve a ser escenario de un violento ataque al azar. Este martes, un hombre se encuentra en estado crítico después de ser empujado a las vías y atropellado por un tren en marcha en la estación de la calle 18 de la línea 1 en Manhattan. La Policía de Nueva York confirmó que se trata de un ataque al azar, perpetrado alrededor de las 13:30 hora local (18:30 GMT).
Según las grabaciones de seguridad, un hombre encapuchado y con tapabocas empujó deliberadamente a la víctima, sin que aparentemente existiera algún vínculo entre ambos. Este hecho reaviva las alarmas sobre la seguridad en la vasta red de transporte subterráneo de la ciudad, donde ataques similares han ocurrido con preocupante frecuencia.
Ataques recurrentes y el miedo en los usuarios
El caso de hoy se suma a una lista creciente de episodios de violencia en el metro. Apenas diez días atrás, en Brooklyn, una mujer indigente murió después de ser quemada viva por un inmigrante guatemalteco, quien la roció con un líquido inflamable mientras dormía en una estación. Este brutal ataque quedó registrado en video, causando conmoción e indignación en la comunidad.
Hace tres años, un ataque similar sacudió la ciudad cuando una mujer asiática fue arrojada a las vías por un hombre sin hogar, perdiendo la vida instantáneamente. Las autoridades han señalado que muchos de los agresores en estos incidentes suelen ser personas en situación de calle y con problemas de salud mental, lo que plantea interrogantes sobre el estado del sistema de apoyo social y la seguridad en el metro.
Reacciones y medidas urgentes
La recurrente violencia en el metro de Nueva York ha generado un clima de temor entre los usuarios, muchos de los cuales optan por evitar las estaciones en horarios de menor afluencia. Aunque las autoridades han prometido reforzar la vigilancia con policías y cámaras de seguridad, estos ataques evidencian la necesidad de soluciones más profundas para abordar el problema de las personas sin hogar y su acceso a atención psiquiátrica.
Este último ataque pone nuevamente de relieve la urgente necesidad de medidas que no solo prevengan la violencia, sino que también atiendan las raíces del problema: la falta de vivienda y la crisis de salud mental en la ciudad. Mientras tanto, miles de neoyorquinos continúan utilizando el metro cada día con una creciente sensación de vulnerabilidad.
