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Nacional.- La turbulencia dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) no cesa. Recientemente, expresidentes del PRI, incluyendo a Enrique Ochoa Reza y Joaquín Coldwell, han llevado su inconformidad hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Su objetivo: la anulación de la elección interna que reeligió a Alejandro “Alito” Moreno y Carolina Viggiano como presidente y secretaria general del tricolor.
El juicio de protección de derechos, identificado con el expediente SUP-JDC-952/2024, ha sido promovido por estas figuras prominentes del PRI, que han desafiado la legitimidad del proceso. En su impugnación, destacan que la Comisión Nacional de Procesos Internos del partido, al aplicar el Transitorio Cuarto de las reformas al Estatuto del PRI, declaró válidas las elecciones de Moreno y Viggiano para el periodo 2024-2028. Sin embargo, los exdirigentes aseguran que este proceso estuvo viciado y claman por la nulidad de la elección realizada el pasado 11 de agosto.
El caso ha sido asignado al magistrado Felipe de la Mata, quien ahora tiene la responsabilidad de resolver el proyecto. Mientras tanto, las reformas estatutarias del PRI aún están a la espera de la aprobación del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), con una discusión programada para la próxima semana.
Esta nueva denuncia expone una vez más la fractura interna del PRI. No solo se trata de un desacuerdo entre facciones, sino de una muestra palpable del rechazo de incluso sus propios exdirigentes hacia la actual dirección del partido. Si los veteranos del PRI cuestionan la legitimidad de Moreno y Viggiano, ¿qué queda para el futuro del partido que alguna vez dominó la política mexicana? En un contexto donde la corrupción y la manipulación parecen ser la norma, la lucha interna por el poder refleja una crisis de credibilidad aún más profunda.