CDMX.- Debajo de las construcciones religiosas, civiles, asistenciales, administrativas y hospitalarias que fueron edificadas entre el siglo XVI y el XX en el corazón de la Ciudad de México, existen vestigios del pasado prehispánico y colonial, como los que se encontraron a cinco metros de profundidad en la calle de Argentina, y que dan cuenta de los restos de una pirámide mexica, que formaba parte del conjunto ceremonial del Templo Mayor, y que hoy se puede apreciar a través de dos ventanas arqueológicas.
Los vestigios de ese basamento pertenecieron a una gran pirámide que formó parte de Tenochtitlán, la cual fue fundada en 1325, en un asentamiento lacustre de un pequeño islote y con el paso del tiempo se convirtió en la sede del señorío azteca. Este tipo de vestigios arqueológicos dan testimonio de lo que no pudo desaparecer Alonso García Bravo, al construir la nueva ciudad que sería sede de los poderes del Virreinato de la Nueva España.
Los restos arqueológicos se exhiben en las profundidades de la calle República de Argentina, entre San Ildefonso y Justo Sierra.
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