El análisis de más de mil 650 escaneos fotográficos permitió al ingeniero francés Pascal Cottehallar nuevos detalles en la Mona Lisa que Leonardo da Vinci pintó a comienzos del siglo XVI. Según explicó en un artículo publicado en Journal of Cultural Heritage, existe un boceto oculto detrás de la imagen.
Durante 15 años, el especialista evaluó el material que obtuvo con una cámara multiespectral capaz de detectar la luz reflejada en 13 longitudes de onda. Utilizó para ello la técnica conocida como “método de amplificación de capas” (LAM, por su sigla en inglés), que le permitió observar la presencia de carboncillo a lo largo de la línea del cabello y en una mano de la retratada.
Esa característica implica la utilización de la técnica llamada “spolvero”, en la que la imagen es transferida de un boceto al lienzo utilizando polvo de carbón. Esto significa también que la obra no fue pintada enteramente a mano alzada.