Hace un año, la noticia de la muerte de la modelo Reeva Steenkamp conmocionó a la opinión pública mundial. Quien fuera su novio era conocido en el mundo por ser un personaje que inspiraba a niños y jóvenes. El atleta que libró todos los obstáculos y condiciones para convertirse en ejemplo. Hoy, la fiscalía intenta probar que Oscar Pistorius miente en sus declaraciones. La muerte de la modelo se dio el 14 de febrero del año pasado; su novio le disparó porque, asegura, la confundió con un ladrón. Aunque desde ese día y hasta la fecha, algunos testigos aseguran que la de ellos era una relación complicada, donde de pronto había episodios de violencia.
Durante las últimas semanas, en el desarrollo del juicio, en el que la defensa del atleta espera confirmar la versión que ha dado desde su primera declaración, varios han sido los momentos en que Pistorius se ha visto abatido. Sin embargo, la fiscalía se ha ido con todo sobre el corredor para confirmar su hipótesis: una discusión hizo que Reeva se encerrara en el baño, lugar donde recibió los cuatro disparos que le quitaron la vida. Y es que hay testigos —los vecinos— que aseguran que escucharon gritos antes y durante los disparos, algo que Pistorius ha negado desde el primer día.
Sólo en la cabeza del atleta se esconde el móvil de lo que en verdad sucedió aquella madrugada, pero eso no impide pensar que lo sucedido tiene algunas características del patrón que se crea cuando la violencia se vuelve uno de los eslabones de unión para una pareja.
El de Pistorius es un caso trágico, porque no sólo acabó con la vida de su novia, sino también con la carrera deportiva del propio corredor. Apenas días después del asesinato, sus contratos de patrocinio le fueron retirados y su futuro es totalmente incierto.
El de Pistorius no es un caso aislado, atrae la atención de la opinión pública porque sus protagonistas son personas públicas, “famosas” y que, gracias a tal condición, se convierten en ejemplo para las personas que los siguen. Se convierten en referentes.
Sin embargo, también hay otros casos que no sólo son referencia y estadística, sino que indignan porque no se trata de personajes “famosos”, sino de funcionarios públicos que terminan evidenciados por sus propios actos: Hilario Mendoza Benito, alcalde de Tepehuacán de Guerrero, Hidalgo, ha sido desaforado y deberá enfrentar una acusación donde se le señala como agresor de su esposa. Puede pasar hasta tres años en prisión… argumenta que “estaba borracho”.
Y como éste, otro caso se dio apenas el 8 de marzo, ¡el mero Día Internacional de la Mujer! El exalcalde de Tila, Jesús Méndez Gutiérrez, golpeó a su esposa e intentó atropellarla. También ya se hizo la denuncia y también deberá enfrentar a la ley.
Es importantísimo que cualquier mujer que sufra de cualquier tipo de violencia denuncie. Que se dirija a las instancias que, por fortuna, cada vez son más y con mejores herramientas para brindar ayuda, como el número 01800 Háblalo. Los casos de los alcaldes son focos rojos que deben evitarse para impedir que suceda lo que la fiscalía del caso Pistorius desea probar. Y es que pareciera imposible que quien dice ser la persona que más nos ama pueda hacernos daño, pero no, no lo es.