Por Andrés Timoteo / columnista
GRANO Y GRAMÍNEA
El presidente del País, Andrés Manuel López Obrador, inicia hoy su séptima visita a la Entidad, estará en Coatepec donde encabezará la primera entrega de apoyos federales a 2 mil 500 productores cafetaleros de un padrón de 250 mil que serán respaldados a nivel nacional con el Programa del Café y mañana sábado irá a Yanga, en la zona Centro, para poner en marcha el Programa de Apoyo a Productores de Caña de Azúcar.
Este último beneficiaría a 70 mil cañeros de la Entidad de un total de 180 mil en todo el País. Ambos esquemas estaban incluidos en Procampo, en el sexenio pasado, pero ahora pasaron a ser parte de los programas del Bienestar. El primero de ellos, el de los cafetaleros, también involucra a cientos de productores del aromático de municipios de la zona Centro.
Son 80 mil los cafeticultores veracruzanos que recibirán una ministración única por 5 mil pesos -así tengan “diez matas como diez hectáreas”, ha anunciado el Mandatario- mientras que los cañeros tendrá un pago de 7 mil 300 pesos cada uno. ¿Para cuánto alcanzará esas cantidades?, ¿en verdad 5 mil pesos sirven para aliviar la situación de los cafetaleros o los 7 mil para apoyar a que los cañeros se avituallen en su labor?
Claro que no, únicamente son incentivos porque el verdadero apoyo a los productores cañeros y cafetaleros requiere mucho más que un pago único. Se necesitan políticas públicas esas dos agroindustrias para tener precios de garantía y asegurar equidad y justicia -o sea tener calidad de justo- en la compraventa del grano o la gramínea, y eso implica programas de largo plazo para rescatar al campo.
Pasa, por supuesto, por obligar a los dueños de los ingenios azucareros a pagar a tiempo la caña adquirida, a no robar en el pesado del producto y en el cálculo científico en la cantidad de dulce en la caña. También a dejar de chantajear a los productores con los famosos “avíos” con los que entregan fertilizantes, pesticidas y dinero para jornaleros y al final se los descuentan como si les hubieran financiado un automóvil.
En el café se requiere controlar los monopolios de las transnacionales que imponen precios a capricho, castigan a los cafetaleros haciéndolos quebrar cuando no les compran el grano y los obligan a cultivar la variedad robusta, más barata y de menor calidad. El panorama actual para los cafeticultores no es bueno porque el Gobierno Federal está empecinado en que Nestlé abra una planta en la Entidad.
Lo anterior significa todo lo contrario de lo que requiere la agroindustria del café, pues Nestlé es uno de los cinco acaparadores de la producción internacional y en México condiciona a los agricultores para sembrar la variedad robusta y paga precios de miseria por el café cereza, el cortado a pie de mata. Entonces, el programa cafetalero de la “Cuarta Transformación” no tienen buenos augurios para los productores y todo pareciera indicar que se quedará en una dádiva raquítica.
Por cierto, el presidente López Obrador estará, en su séptima gira, en dos zonas álgidas por “ola” de violencia. En Coatepec donde hace dos semanas acribillaron a cinco productores de limón y que colinda con Xalapa, la capital del Estado, que ahora es escenario de balaceras, secuestros y extorsiones. Y Yanga, en la zona de Córdoba, que ha sido noticia en los últimos días también por las masacres y ejecuciones individuales cometidas por sicarios a plena luz del día.
Aunque el objetivo de la gira presidencial tiene que ver con programas de apoyo al sector agrícola, también lleva implícita la crisis de seguridad pública. El mensaje del Presidente deberá abordarla con soluciones puntuales, pues por más dinero que se reparta a la población éste es insuficiente para serenar al País.
Esta gira se enmarca también con el inicio formal de la socorrida Guardia Nacional, programada para este mes de junio, en el que comenzarán a distribuirse los contingentes militares en regiones azotadas por la violencia. Lo preocupante es que el primer ensayo, realizado en Minatitlán, donde se activó la Guarda Nacional desde abril pasado, no ha dado resultado positivo. Los asesinatos, el ‘cobro de piso’ y plagios perpetrados por el crimen organizado siguen imparables.
MUERTE SOBRE RUEDAS
Nuevamente la muerte sobre ruedas. Antier en las Cumbres de Maltrata, la autopista Orizaba-Puebla, un tractocamión fue colisionado por un autobús en el que se trasladaban peregrinos originarios de Chiapas. El autobús se volcó y ardió casi inmediatamente, quemando a los pasajeros, de los cuales 22 perecieron y otros convalencen en hospitales por las heridas, de acuerdo a los últimos reportes.
Las versiones preliminares sobre la causa del accidente señalan que el autobús habría tenido una avería en el sistema de frenado y se estrelló contra el tractocamión que transportaba mercancía. Otra dice que fue al revés, que el camión fue el que embistió al autobús y no falta quien le agregue las malas condiciones del tramo carretero que siempre es un peligro recorrerlo debido a la falta de mantenimiento.
Este accidente recuerda al sucedido hace trece años en el que también falleció un grupo de feligreses. Sucedió el 17 de abril del 2006, cuando otro autobús en el que viajaban jóvenes de la Iglesia de Pentecostés originarios de Tabasco, se quedó sin frenos y se precipitó a un barranco causando la muerte a 57 de los 60 pasajeros. Únicamente sobrevivieron tres.
Las malas condiciones de la autopista, el clima y el uso de un autobús viejo, además de un sobrecupo -pues la unidad era para 40 tripulantes y viajaban 60- se conjugaron para que sucediera la tragedia. Todavía se recuerda las decenas de ataúdes, todos iguales, en los que colocaron los restos de las víctimas y que fueron alineados en la explanada del Palacio Municipal de uno de los ayuntamientos del lugar.
El otro accidente con una tragedia copiosa sucedió hace siete años, también en el mes de abril, pero del 2012, al Norte de la Entidad. El vehículo que transportaba campesinos, migrantes internos que se trasladaban al Norte del País para trabajar en maquiladoras y sembradíos, se estrelló contra la plataforma de un tractocamión de doble remolque que se desprendió cuando circulaba por la carretera federal 180 a la altura del poblado Potrero del Llano de Álamo Temapache.
La cifra fue de 43 personas muertas y 18 heridas. Ahí, el causante del percance fue el camión de doble remolque, aunque el chofer huyó del lugar y nunca lo atraparon. Tras ese accidente se generó un debate nacional sobre los permisos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para la circulación de los vehículos con doble remolque, pero sólo fue mediático. Nunca hubo consecuencias oficiales para prevenir otro accidente, siguen circulando los enormes mastodontes de acero, siete años después.
Ese autobús también iba con sobrecupo, viajaban 70 cuando la capacidad era para 40. Tampoco se castigó a la empresa propietaria de la unidad ni para la que reclutaba a los labriegos para viajar al Norte en condiciones inseguras. Lo mismo pasó en el accidente del 2006 en las Cumbres de Maltrata, ya que por más que autoridades y políticos hablaron de acciones para evitar un nuevo accidente, no hicieron nada.
Hablaron de invertir para mejorar dicho tramo con terraplenes de emergencia, asfaltado de calidad y señalización. También de rigurosidad para castigar la circulación de autobuses con sobrecupo, con antigüedad superior a 10 años y sin cumplir las exigencias técnicas para garantizar la seguridad de los viajantes. Nada ocurrió y ahora vuelve a repetirse la tragedia en el mismo lugar. La muerte viaja en carretera y tuvo otra cita en las Cumbres de Maltrata. Vaya, como si Veracruz necesitara más tragedias.