Gran Bretaña prohibirá la venta de automóviles nuevos que utilicen gasolina y diésel para 2030, una década antes de su compromiso anterior, anunció el martes el primer ministro Boris Johnson.
El mandatario británico hizo la promesa como parte de los planes para una “revolución industrial verde”, que afirma podría crear hasta 250.000 empleos en los sectores de energía, transporte y tecnología.