Efraín Hernández
EL BUEN TONO
Fortín.- El diseño de calles en Fortín se ha convertido en un rompecabezas caótico que evidencia la falta de planeación y regulación gubernamental.
El actual alcalde, Gerardo Rosales, ha implementado un pavimento estampado rosado, un diseño que no sólo contrasta con las calles ya existentes, sino que carece de la estandarización que caracteriza a ciudades bien planificadas.
Además, no hay una estandarización con el resto de las calles en la ciudad, haciendo evidente la mala planeación y peor gusto del alcalde.
En lugar de apostar por una solución homogénea y funcional, como el concreto o el asfalto negro con señalización uniforme, el edil ha optado por un estilo que muchos califican como de “rancho”. Este problema refleja un patrón recurrente donde esta administración impone sus preferencias personales, dejando un legado de calles dispares y de baja calidad.
Con aproximadamente 400 calles en el municipio, el alcalde podría pavimentar si acaso 20 durante su gestión, mientras surgen acusaciones de desvío de recursos. Además, su diseño no será respetado por futuros gobiernos, por lo que esta inversión quedaría mal aplicada en el momento que llegue otro alcalde y decida cambiar.
Debería haber una reglamentación estatal que obligue a los gobiernos municipales a estandarizar el diseño y materiales de las calles y banquetas.
Ciudades como Orizaba han demostrado que emular las prácticas de planeación urbana de países desarrollados genera beneficios estéticos y funcionales. Ahí, todas las calles están estandarizadas a un solo diseño, que es el asfalto, donde además de que se rueda mejor y es más barato que el cemento hidráulico, la ciudad luce homogénea y no parchada como Fortín.