Mañana lunes da inicio la Semana Santa, pero a miles de mexicanos les adelantaron el calvario y vienen arrastrando su cruz desde hacer varios meses.
Cuando el Gobierno del Distrito Federal determinó cerrando por cuestiones de seguridad las 11 estaciones de la Línea 12, casi 500 mil capitalinos comenzaron a expiar sus culpas y observaron cómo el consorcio constructor conformado por ICA-Alstom-Carso, el constructor de los trenes CAF, las empresas certificadoras, los exfuncionarios del Metro y sobre todo el exjefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, se han lavado —y lo siguen haciendo— las manos.
Porque precisamente esa, la lavada de manos, se ha convertido en la actividad preferida de los políticos mexicanos no sólo en Semana Santa sino en el resto del año. Llámese en casos como Oceanografía o sobornos como el de HP a Pemex.
Pero los capitalinos no son los únicos que sufren un vía crucis. En Tamaulipas, Morelos y en el Estado de México, la violencia ha arrodillado y azotado a sus habitantes. Se escucha que en esas entidades, los ciudadanos le dicen a sus gobernadores: “Gobernador, levántate y anda; gobernador levántate y anda…” y pues siguen esperando que resuciten para ver si así controlan un poco la situación. Eso sí, el mandatario local de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, ya salió a decir que no necesitan un comisionado federal, en lo cual tiene razón, lo que necesitan es un milagro.
Es que muchos gobernadores y presidentes municipales se han vuelto muy milagrosos: multiplican los problemas de la nada, convierten la calma en tempestad, caminan sobre fuego —sobre todo con sus relaciones con el crimen organizado— y resucitan políticos en desgracia.
También han comenzado a vivir un calvario algunos políticos. Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el tenebroso exlíder del PRI-DF, ya experimentó su primera caída y no hay quién quiera ayudarlo a llevar su cruz; y aunque él espera resucitar políticamente, hay quien dice que el escándalo al que se ha visto envuelto le ha puesto una mortaja y lo ha llevado a un sepulcro con una piedra encima, que difícilmente alguien va a querer quitar. Al menos en su partido, se han encargado de negarlo más de tres veces para deslindarse —y en una de esas deshacerse— de él. Sienten que si dejan de tener al impresentable de Gutiérrez de la Torre al frente del partido en la ciudad, podrán tener algún sábado de gloria recuperando espacios políticos.
Igualmente el exgobernador de Michoacán, Jesús Reyna, mordió el suelo con su captura, aunque ha habido varios cirineos que han expresado su solidaridad con él incluso defendiéndolo. El gobierno federal quiere crucificarlo como lección y prueba de que van contra todo. Se espera que la PGR sí sepa lo que hace. Casualmente por todo lo que se ha estado revelando, Reyna sí estaba rodeado de ladrones y personal relacionado con el crimen organizado.
En Michoacán también las autodefensas se han convertido en la cruz del gobierno federal. Han amenazado con que no soltarán las armas y cortarán orejas si es necesario cuando los lleguen a detener. El comisionado Alfredo Castillo espera.
Los que de plano no quieren compartir ni la última cena, son los grupos panistas que están contendiendo por la dirigencia de Acción Nacional. Sienten que entre ellos hay más de un Judas que los va a traicionar. La división llegó al Congreso y decidieron detener la discusión de las leyes secundarias de las reformas político-electoral y de la competencia.
Al ver esto, sus compañeros legisladores priistas alzaron los ojos al cielo y dijeron: “Perdónalos señor Peña Nieto, no saben lo que hacen”.
Los mexicanos quisieran que los días santos sólo fueran durante una semana dentro del calendario católico. Sin embargo, los políticos mexicanos han extendido esta temporada todo el año, haciéndoles pasar un vía crucis con la corrupción, las grillas, las pugnas internas, el encubrimiento y otras prácticas por el estilo.