AGENCIA
Venezuela.- Cada vez que José Leonardo Araujo Araque mira hacia atrás, ve las sombras de su infancia y adolescencia oscurecidas por el peso de un secreto doloroso que guardó durante casi dos décadas: los abusos sexuales que sufrió cuando era solo un niño.
A los 13 años, José Leonardo, con aspiraciones de convertirse en sacerdote, cruzó su destino con el sacerdote Juan Arcadio Huerta Ibarra en una librería en Mérida, Venezuela. Huerta, un hombre carismático y respetado en la comunidad, se convirtió en su abusador, violando la confianza y la inocencia del joven José Leonardo.
Durante aproximadamente un año, los abusos ocurrieron regularmente mientras José Leonardo viajaba desde su pueblo hasta Mérida para visitar la casa de formación dirigida por Huerta. Los obsequios y atenciones que Huerta le brindaba al joven se convirtieron en una oscura manipulación que dejó cicatrices imborrables.
“Me hacía sentir privilegiado, protegido”, recuerda José Leonardo, señalando cómo la manipulación y los abusos se escondían detrás de la fachada de la iglesia y la devoción religiosa.
Finalmente, tras el último episodio de abuso durante la Semana Santa de 2002, José Leonardo, sintiéndose desmoralizado y abatido, se confesó con Huerta, poniendo fin a los abusos. Sin embargo, el peso emocional y las cicatrices psicológicas perduraron, afectando su vida en formas profundas y devastadoras.
Años después, en 2017, José Leonardo, lidiando con depresiones y pensamientos suicidas, decidió revelar su oscuro secreto y buscar justicia. En 2018, confrontó a Huerta, y aunque este no admitió directamente los abusos, sí manifestó deseos de reparación y perdón.
A pesar de la denuncia presentada ante el arzobispo de Mérida y las pruebas proporcionadas, la respuesta de la Iglesia, a través del sacerdote jesuita Arturo Peraza, fue una muestra de negligencia. La investigación canónica fue archivada, y la víctima enfrentó la dolorosa realidad de la falta de apoyo institucional.
José Leonardo, persistente en su búsqueda de justicia, llevó su denuncia a la justicia ordinaria y solicitó la intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma. Aunque Huerta fue finalmente hallado culpable en un proceso canónico en México en diciembre de 2021, el sacerdote continuó gozando de la protección de la Iglesia, incluso después de ser expulsado en mayo de 2022.
La negligencia persistió cuando Huerta, con una orden de captura internacional y una ficha roja de la Interpol en su contra, continuó evadiendo la justicia. La falta de extradición entre Venezuela y Estados Unidos plantea nuevos desafíos para la búsqueda de justicia.
José Leonardo, ahora en una cruzada por la verdad y la rendición de cuentas, protesta en Roma y exige tolerancia cero ante los abusos clericales. Su valentía al contar su historia busca no solo sanar sus propias heridas sino también arrojar luz sobre la oscura práctica de encubrimiento sistemático dentro de la Iglesia.
Mientras enfrenta el futuro con determinación, José Leonardo anticipa una demanda civil contra la Iglesia en Venezuela, marcando un precedente en la búsqueda de justicia por abusos clericales en el país.
“La iglesia tiene que acabar con la idealización del sacerdote, el Alter Christus. Si se sigue ensalzando la figura del sacerdote, los abusos se van a seguir dando porque son, en esencia, abusos de poder”, declara José Leonardo, quien, a pesar de todo, sigue en su lucha por la verdad y la justicia.