Abruman los problemas del ciudadano común por las causas y soluciones de las diferencias entre lo que dice el gobierno sobre la realidad nacional, y, la experiencia cotidiana. Mientras el grueso de la sociedad se bate en la miseria, se finca un poder absoluto disfrazado de retórica, sin importar lo que instituciones prestigiadas como la ONU sugieran, propongan, o, contradigan.
Ilegítima legalidad. Las imposiciones de Estado se constatan en los hechos, y, a la letra en el conjunto de las reformas Constitucionales firmadas por EPN, como en los primeros diez artículos de la nueva Ley de Seguridad Interior, decretada a solicitud del Congreso de la Unión, con observancia obligatoria de todos los estados de la Federación subordinados en horas críticas al Mando Militar Único.
En aras de La señora Democracia, las actividades despegadas por la Autoridad Suprema delegada en el comandante militar designado para el caso, sin necesidad de esperar una orden expresa, menos una declaratoria del Congreso, regula y legítima todo el proceso desplegado por el Estado, más lo que se le ocurra, sin más límites que los decididos por sus propios criterios.
Cierra el círculo del expedito control militar de la seguridad interior, la cobertura incuestionable de todo el proceso, en el ámbito de la seguridad nacional y secretos de Estado, a favor del autoritarismo impune.
Mátalos en caliente. Con la nueva Ley de Seguridad Interior (LSI), pasamos de predisponer a cada hijo contra la presencia de un extraño masiosare enemigo profanador del suelo patrio llegado de ultramar, o, allende las fronteras, a la inaceptable realidad de brotes de rebeliones y revueltas de compatriotas inconformes, que no se conduzcan por principios, métodos y vías constitucionales, a criterio del mando delegado.
Curándose en salud, se prevén incursiones patibularias de militares y marines en todos los estados de la Unión, a fin de precisar, detectar, inhibir, confrontar, controlar o destruir amenazas internas a la unidad nacional ya constituida y conducida según los lineamientos sectoriales transexenales del Plan Nacional de Desarrollo, dictados por el Estado mundial.
Sin importar las inconformidades del 93% según Pew Research, con quien firma el decreto. Los términos de la LSI además de dar certeza a las actuaciones del Ejército y la Marina en labores ajenas a la originaria defensa de la Patria frente a amenazas de enemigos externos, legaliza y legitima el poder desplegado a nombre del Congreso de la Unión, anulando futuros señalamientos y acusaciones de abuso de autoridad, genocidas o de lesa humanidad, posibles sin su amparo, como sucedió en países del Cono Sur, donde por crímenes de Estado siguen siendo penalizados los responsables, cuando pierden el dominio y las influencias.
Dramática diferencia entre ganancias y salarios. Al margen de la demagogia, ¿cuáles son los motivos de tanta precaución de la clase gobernante, si sus cuentas alegres festinan democracia, justicia, paz, libertad y trabajo?
El gobierno no se cansa de champarnos el logro de más de tres millones de nuevos empleos, resultado de la apertura de fronteras a la maquila de lo que sea a favor de la inversión financiera, gracias a la “productividad” blindada contra manifestaciones de inconformidad de masas y jurídica laboral.
Nada dice sobre las magras condiciones de contrata de millones de trabajadores y empleados, que, en promedio ganan un salario mínimo y medio por jornada diaria de ocho horas: once pesos, cinco centavos por hora: dos pesitos más que el precio del pasaje de ida, o retorno, de casa al trabajo; menos que el precio inflado de un litro de gasolina, en país productor de petróleo e inmensas reservas.
A falta de trabajo digno y bien remunerado, malvenida la migración errante. Con 57 millones de mero pobres, 30 millones de trabajadores informales, 2.4 millones de desempleados, 5 millones de indocumentados, 40 mil en tránsito cotidiano tan solo por el paso de San Diego en busca del sustento, 800 mil dreamers en peligro de volver contra su voluntad a casa, la cruda realidad pega directamente en los sentimientos familiares.
No es sencillo explicar a los hijos la partida de uno o de los dos padres, sin saber qué les depara el destino; sobre todo porque las noticias diarias comentan miles de casos frustrados en el camino debido a accidentes, engaños, ultrajes, robos y asesinatos. Al mes, mueren un promedio de 65 mexicanos en su intento de vivir el sueño americano.
El peso de cargar la cruz resultado de perder familia, ya sea por separación obligada, desaparición inexplicable, o, pérdida documentada, lastra a millones de paisanos.
Dime cuánto ganas y te diré qué comes. Entre lunes y sábado de cada semana, la dieta de los cordobeses pobres se integra con frijoles hervidos acompañados de tortilla, salsa y pan; sin bien les va. En vez de leche, agua simple o preparada, consumen coca cola.
El domingo es fiesta, pues muchos añaden a la ingesta grumos de carne barata de cerdo y pollo. Banquete es el consumo de chicharrón y carne frita, horneada, o al carbón, adquiridos al precio de entre uno y dos salarios mínimos. Ingestas entre horas del trabajo, se reducen a tortas, picadas, tacos, comida chatarra de dudosa calidad.
Dime donde compras y te diré cómo piensas. Presa del consumismo, gran parte de la población adquiere vestido nuevo en comercios usureros, que, mediante el ensarte de “paguitos” encadenan al comprador a sobrepagos obligatorios inflados por la suma usurera de intereses.
Prendas de pésima calidad que duran la víspera, se combinan con trapos de segunda y tercera adquiridos en el mercado sobre ruedas. La espantosa rutina de hacer lo mismo día con día, consume la precaria estabilidad emocional de millones de mexicas, causando enfermedades sicóticas.
Mirando tus pensamientos, adivino qué y dónde estudiaste. La tercera garantía Constitucional individual, festina a la educación como la variable clave del desarrollo. Mentiras.
La vida nos champa que en México eso no es así, pues el desempleo, subempleo y empleo en áreas distintas a las estudiadas impacta a la mayoría de los egresados del sistema educativo nacional, a pesar de la reforma del 2013.
Al costo de someter, descabezar y destrozar al otrora más poderoso sindicato de la SNTE liderado por la señora Gordillo en su momento culmen, llevándose entre las patas a la CNTE, el Estado ha implantado programas educativos, expeditamente amarrados a los intereses empresariales.
Orientado desde 1970 por líneas funcionalistas, el Programa Nacional Educativo es suficiente para los fines eficientes del sistema, e, insuficientes para disponer de educación dignificante.
Si, a pesar de la educación de calidad mediocre, fuéramos capaces de apropiarnos de conocimientos relevantes, tampoco facilita el logro de condiciones dignas de contrata, propiciándose la fuga de cerebros.
Los resultados logrados no abaten el futuro opaco de cándidos alumnos dirigidos por lastimeros directivos, administradores y docentes, tránsfugas fracasados de profesiones no ejercidas; peores son quienes pertenecen al círculo dirigente.
Por mi raza hablará el espíritu. Miles de profesionistas, profesionales y especialistas al paso leve del tiempo se formaron y practican una percepción de las profesiones ajenas al sentir autóctono del pueblo, enclavada por las directrices teórico filosóficas del individualismo egocéntrico.
No fue una cruzada fácil, ni inmaculada la campaña nacional para desplazar del ascendente social las ideas y prácticas de lucha de los jóvenes del 68: democracia, educación crítica, científica y popular.
Mucho menos fácil por difícil, como diría el Primer Licenciado de la República, ha sido erradicar del verbo crítico teorías, categoría, conceptos y estructuras propias del lenguaje científico libertario.
Seguramente en los sótanos de los anales no escritos del Sistema Educativo Nacional y en Gobernación hay materia vasta –como en la memoria social- para documentar el “descabezamiento del proletariado”, que tan lúcidamente pronosticó José Revueltas, en 1962.
¿Es más importante el ciudadano, que el militante? Siendo muy diferente la lucha de contrarios, en cada sociedad se mira la necesidad de agruparse para aspirar al éxito.
Así, de la figura valiente y aguerrida del caudillo, líder o jefe, demostrada tanto en el parlamento como en el combate, seguido de cerca por sus afines integrados en cofradías, sectas, sociedades anónimas, secrecías, catacumbistas, hermandades, asociaciones, cofradías, ligas, comunidades, cooperativas, al paso de los siglos acumulada la experiencia e incrementadas las exigencias para ingresar a ellas, se concibe y practica la convicción partidista y la formación de partidos.
Los partidos de verdad suman lo mejor de la conciencia social. Los primeros partidos gestados por convicciones contrarias al poder dominante son secretos, clandestinos. Y no podrían ser de otra manera pues su propósito es quitarse de encima a su implacable e insatisfecho enemigo de clase. No son juguete, franquicia familiar, ni “mafia del poder”.
Medio siglo llevó en México desmontar la oposición de clase proletaria con su vanguardia partidista, al sistema instalado favorecedor de la propiedad privada en el 1% de la población mundial. Esta realidad socio-económica internacional, se basa contradictoriamente, a la par, en la más alta concentración del capital socio-económico, acompañada de la más alta socialización del trabajo.
Hoy, como nunca queda clara la injusta relación mundial entre productores de materias primas, la industria de la transformación de todos los productos y su comercialización local e internacional.
La causa profunda nace en las entrañas del monstruo. La cultura, las expresiones científicas y literarias, la recreación y el uso del tiempo libre, como todo, está marcado por los intereses del capital.
Y no podría pasar otra cosa en el campo de la política; donde, ahora, en contra de la visión y postura de clase representada por los partidos políticos ciertos, éticos, se han creado y festinan formas organizativas laxas, light, de la sociedad, como son los partidos amarrados al protocolo funcionalista del Instituto Nacional Electoral, sintetizado en exordios televisivos inertes, no obstante, su poética. A pesar del enorme monto invertido, el INE quiebra por los magros resultados alcanzados, cifrados la abstención de más del 65% del electorado.
En el recoveco de la terminología se exalta el festín entorno de ocurrencias como “empoderamiento”, “ciudadanizar”, coaligar, haciendo creer al respetable expoliado que no necesita formas oscuras, clandestinas, ni partidarias corruptas, para ser representado.
Suma de debilidades a favor del juez-parte, y, ejecutor de la sentencia. Aun en precampaña vemos que la engañifa de ciudadanizar el empoderamiento es oropel tiznado por los arraigados intereses partidistas, que, no dan más que para promover remedos fracasados de organización mediante su condensación en coaliciones bipolares, a favor de la contrahecha democracia, sin interesar a la masa.
En aras del voto para aumentar la representatividad legitimada, ¿qué importa juntar tirios con troyanos: revolucionarios institucionales con tucanes y mariposas verdes ecologistas; fósiles de pejes, con pescadores de pescaditos; demócratas cristianos humanistas, con socialdemócratas; remanentes de socialistas con ultraderechistas?
Aun así, se dice que Meade no la hace, que el Peje ya se desgastó tanto, que, hasta la inefable Elenita lo rechaza, aumentando el riesgo para todos los políticos de oficio de quedar en manos del traicionero RicAnalla.
Fin estratégico político del 2018. Dado el fracaso de la política electoral del régimen presidencial, apoyándose en la legalidad del gobierno socialdemócrata legitimado por consenso palaciego: el objetivo de Estado es separar a la sociedad representada en el Congreso de la Unión, de los irredentos; aplacándolos a discreción del Mando Único, curado en salud gracias a las reformas y ampliaciones de la Ley de Seguridad Nacional y anexas: la seguridad interior y pública.
Por: Aleluya Moreno Lorenses Oropesa / Columnista