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GATOPARDO 2018 ELECTORAL: CAÍN Y ABEL ESTRUCTURADOS

Superiberia

Aleluya Moreno LorenCes Oropesa
Columnista

El calendario electorero del 2018 para renovar poderes se divide en tres grandes eventos:
1.- Presentación interna de pre-candidatos.
2.- Inscripción de candidatos en el INE.
3.- Día de elecciones, con entrega de constancias de mayoría a quienes se les canten más votos, sin reclamos de su contraparte.
Siete meses de juego político soterrado entre grupos de poder que de ello viven, se reproducen y reciclan -pues no mueren- inician con la convocatoria emitida por el INE el 8 de septiembre del 2017, concluirán el 1 de julio próximo, mejor, si el mismo día cada triunfador recibe constancia de mayoría; o, en su indeseable defecto: una vez resueltas controversias promovidas por hermanitos de contienda.

En un país democrático de verdad, estaríamos de fiesta.
Se trata de elegir a quienes nos representen en el Gobierno del País, estados de la Unión y municipalidades para analizar, tomar decisiones, ejercer presupuestos públicos y operar el conjunto de las actividades comunes a todos nosotros. Ésta, que debiera ser una actividad de honor, resulta aberrante y lesiva de todo dejo de humanismo y racionalidad normativa.
En México, poseído por el desarrollo desigual y combinado típico de sociedades divididas en clases sociales dependientes del Sistema Internacional Capitalista, cada vez más centrado en el interés de los menos, ignorando a los demás, las cosas no son como están signadas en Ley del diablo, ni en las de los dioses de todos los creyentes en una sociedad distinta; precipitando un grave defecto dentro de su enorme estela problemática: la autoridad electa adolece de las simpatías de la mayoría que representa.

Mayoría relativa.
Tan enraizado es el descrédito del régimen, que, ante la imposibilidad histórica de emocionar al electorado para asistir mayoritariamente a las urnas, legalmente se reconoce el triunfo de quien logre obtener más votos de la minoría votante; Gobernará sin evitar que la marca de la ilegitimidad le acompañe hasta el fin de sus días. Recuérdese que hace un par de meses Pew Research informó al mundo de un indicador indeseable: el Presidente Nacional en turno llega al último año de su Gobierno, sin las simpatías del 93% del pueblo mexicano.
Sin lograrlo, hace décadas el sistema político nacional busca la solución para hacer de la actividad, además del acto oficial acostumbrado, un acto de legitimidad del sistema socio-económico, del Estado y del Gobierno institucionalizado.
Es fama pública y materia de estudios oficiales y realizados por la sociedad civil, que el logro de tan caros deseos en México se ha frustrado, pues a pesar de millones de pesos invertidos durante los últimos 50 años destinados a formatear una sociedad democrática, ésta no pasa del discurso retórico ideológico.

Cifras de la miseria nacional.
Cosa de verse fácilmente en la enorme carga de la deuda nacional, dividida entre los mexicanos: cada uno de nosotros nomás por nacer y respirar debe 87 mil 586 pesos (Expansión, julio de 2017).
Las condiciones de miserable pobreza de 54 millones y las de pobreza de otros 50 millones más repartidos entre asalariados que ganan de menos un salario mínimo a no más de cinco salarios, por día.
Secuelas de la presencia poderosa de la delincuencia organizada, más crímenes cotidianos sumados por miles, suman una sociedad convulsa presa de sus propias contradicciones, tanto de las impuestas por el capital financiero. Las cifras rojas del régimen saliente ofenden a natura: 7 de cada 10 paisanos se siente inseguro; más de 23 mil carpetas por homicidios dolosos se acumularon nomás en 2017; 20 mil desaparecidos.
Durante el sexenio, 5 mil 521 averiguaciones previas por acciones de tortura se acumularon de 2013 a 2016. (“Sin Embargo”, 10.01.18; Juan Luis García Hernández).
El salario es el más bajo de la OCDE y el peso en menos de seis años ha sido devaluado de 13 a 20 unidades por dólar. Mientras un mexicano aspira por lo menos a ganar 11 pesos 4 centavos, en Estados Unidos y Canadá ganaría de 130 a 140 pesos, por hora.

Porque la Ley es la Ley, y, está para cumplirse.
Esta temporada electoral y sus tres etapas, además de la evidente intención administradora del Estado al través del INE del proceso electivo, tiene razones Constitucionales que no podríamos dejar de destacar: a) así se opera la democracia como forma de vida y trabajo, dice el Artículo 39 del libro mayor. Aunque en la realidad pase otra cosa muy distante.
b) Así se materializa el artículo 35 de las Garantías Constitucionales Individuales, que signa el derecho de todo mexicano a ser elegido y participar en la elección de sus representantes. c) así se cristalizan los artículos relativos (40 y 41) a la instrumentación electora, que dan cuenta de las reglas del juego, incluidos los porcentajes de estímulos económicos amarrados al número de mexicanos integrantes del padrón electoral, que, a nombre de la demo-Patria se reparten generosamente entre aspirantes, gobernantes, personajes en retiro y administradores de las temporadas de caza.
Mediante las tres etapas del año electoral, de la masa de más de 84 millones de mexicanos integrantes del padrón electoral, nos vamos como “filtrando” hasta llegar un feliz día a ocupar el cargo anhelado, a partir de iniciativas in-dependientes, o de maromear para ser propuestos por partidos registrados.

Si la cosa está tan indicada, ¿por qué tanta violencia?
No obstante la ruta tan bien señalada del dinero derramado en pos de la democracia, arranca el año con tintes de violencia mayor focalizada en escenarios y personajes ligados a la contienda electoral. Entre el 8 de septiembre y la fecha van 25 asesinatos de militantes del PRI y del PRD, principalmente. (http://www.huffingtonpost.com.mx/2018/01/09/)
Primera etapa. A la orden del día, intimidación de actos proselitistas y crímenes dejan ver debajo de la mesa previa a la selección de postulantes las patadas por ser electos, sin importar estar etiquetadas en torno de aspirantes a figurar en futuras listas de candidatos.
Mirar al través de los medios de comunicación de masas las acciones vandálicas y las consecuencias de actos delictivos para privar de la vida a rivales en potencia, ofende la dignidad; pero, igual, en una sociedad criminalizada, pasan al formato de “asimilables naturales”.
La magnitud de los intereses gestados en torno del relevo gobernante, termina por apabullar, quedar impunes las ofensas, a pesar de las evidencias.

Las estructuras se mueven para proteger sus huevos.
Por mucho que al sistema le interesa hacernos sentir que el cambio de representantes es la oportunidad de renovar esperanzas para lograr un México mejor, la traza histórica del País y de los hechos recientes opaca cualquier viso de renovación pantanosa de la realidad nacional.
En la travesía de ir de la masa a la selección de candidatos, que en una sociedad realmente democrática sería un acto de honor y justicia, en nuestro País, quienes se están peleando al punto de llegar al crimen por ocupar los preciados cargos, son parte del sistema establecido; pero, igual existen márgenes de relativa independencia activados por intereses de grupo, y, no pocas veces, de individuos enajenados.
Así, llama la atención la irascible respuesta oficial al proceso de indagación de anormalidades en el desvío de presupuestos hacia usos electorales, denunciado por el Gobierno del estado de Chihuahua, Javier Corral, que involucra personalidades y ¿estructuras?
La Teoría del Pato es una de las recomendaciones y dinámicas preferidas de quienes dirigen talleres de marketing, y reza así: -“tú, tranquilo, como el pato en medio del estanque, aunque por debajo estés a las patadas evitando que te lleve la chin…”.
Bien, pues eso miramos en la pesada cuesta de enero: dado que al Sistema le da igual quién de los gansos llegue a ocupar los puestos de gobierno decididos por votación, el origen de tanta violencia electoral está en el seno de los grupos de poder político reticentes a perder posiciones, por el futuro desplazamiento socialdemócrata, de resabios nacionalistas y del modelo neoliberal, para alcanzar -ahora yes- la cara legitimidad negada.

Aberraciones de proceso impiden acuerdos prácticos.
No solamente se mira la incapacidad del INE -como instrumento de Estado- para lograr ese propósito -la legitimidad-, ahora vivimos las secuelas de haber parido nueve hidras de donde sólo había una, y, de cómo se muerden entre sí, para evitar el fin de su vida útil.
¿Pues qué, acaso es imposible para los mercenarios del voto ponerse de acuerdo para repartirse el pastel?
Sí, que sí, pues entre otras “bondades reformistas” del sexenio agonizante, inicia la etapa del sufragio efectivo sí reelección: puerta a la eternidad en puestos clave de próximos gobiernos austeros y enfáticamente autoritarios.

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