México, D. F..- Con el deceso del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ocurrido hoy jueves, el llamado “Padre del realismo mágico” puso fin a la mayor de sus historias, la que condensa su faceta de agudo periodista, que hizo del relato su mejor herramienta; el laureado novelista que dejó entrañables personajes de y para el imaginario latinoamericano, pero también la del entrañable ser humano, con el don de hacer buenos amigos.
Gabriel García Márquez nació el 6 de marzo de 1927, en Aracataca, Colombia, una aldea perdida en el Caribe colombiano que, se ha dicho, “renace una y mil veces bajo el nombre de Macondo gracias a la extraordinaria capacidad fabuladora de su creador”.
Allí creció al lado de sus abuelos maternos, quienes influyeron en su futuro literario con sus historias, fábulas y leyendas, creando un mundo que lo formó y en el que acaso siempre vivió.
Su primer acercamiento a las letras lo tuvo al encontrar un libro viejo y maltrecho de “Las mil y una noches”, comenzando así una intensa y prolífica relación con la literatura, que pareció abandonar en 2004, cuando fue publicado el libro “Memorias de mis putas tristes”, y cuando él mismo decía ya no escribir porque al parecer ya no se concentraba lo suficiente.
Según sus biógrafos, sus primeros estudios los hizo en el Colegio Montessori de Aracataca, también fue interno del Colegio San José en Barranquilla y del Liceo Nacional de Zipaquirá, época en la que comenzó a escribir sonetos y poemas.
Luego estudió Derecho, pero la publicación de algunos de sus cuentos en diarios colombianos lo llevaron a decidirse por el periodismo primero y por la literatura después; actividades que le valieron grandes reconocimientos y una presencia universal en las letras de habla hispana.
Allá por el año de 1955, García Márquez fue corresponsal del diario “El espectador”; luego estaría en Ginebra, París, Roma, Checoslovaquia, Polonia, Rusia y Ucrania, al tiempo que escribía “El coronel no tiene quien le escriba”.
Cuentan que en París, Francia, tuvo que recoger botellas, revistas y periódicos para ganarse unos cuantos francos que le permitieran subsistir.
De acuerdo con una biografía publicada por la BBC, en ocasión de alguno de sus aniversarios, tras su paso por Europa, García Márquez radicó un tiempo en Caracas, Venezuela; se casó con su novia Mercedes Barcha y en Bogotá contribuyó en la formación de la agencia cubana Prensa Latina.
También se iría a vivir a Nueva York y finalmente a México, país que lo acogió como suyo y al que el “Gabo” adoptó como su segunda patria. Se dice que fue aquí donde escribió “Cien años de soledad” (1967), considerada su obra maestra, pasaporte al Nobel y a la universalidad.
Sobre su obra, el propio literato llegó a declarar que el parteaguas de su carrera fue la revista “Mito”, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán (1924-1962), en la que publicó un capítulo de “La hojarasca”, el “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” (1955) y “El coronel no tiene quien le escriba” (1961).
En esa época, desarrolló a la par trabajo periodístico y literario, entre el cual se cuentan una recopilación de artículos periodísticos: “Textos costeños” (1981) y “Entre cachacos” (1983), y reportajes novelados como “Relato de un náufrago” (1970) y “Noticia de un secuestro” (1996).