Por: Andrés Timoteo / columnista
Hace diez meses, el 12 de enero, en el afán de justificar la privatización de la industria petrolera y la liberación del precio de los combustibles –los llamados ‘gasolinazos’, es decir, el incremento mensual en el precio de hidrocarburos, principalmente la gasolina y el diésel- el presidente Enrique Peña Nieto emitió el siguiente epitafio: “La gallina de los huevos de oro se secó”, en referencia a la producción petrolera nacional. Obviamente la metáfora fue para decirle a los mexicanos que no esperaran nada más de la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Paradójicamente, la semana pasada, Peña Nieto festinó en la región de Cosamaloapan, Veracruz, se descubrió uno de los yacimientos petrolíferos más importantes en los últimos quince años. Ese pozo, llamado Ixachi-1, tendría una reserva superior a los mil 500 millones de barriles de crudo, y Peña hasta se atrevió a decir que con ese hallazgo “Pemex se vuelve más rico y vale más”. ¿Pues no que se había muerto la gallina-Pemex?, ¿entonces, ahora esa gallina resucitó como los zombis o sólo le mintió a los mexicanos de que el ave había muerto?
A la par, todos festejan el anuncio presidencial como si la riqueza encontrada en el Sur de Veracruz fuera en realidad de los mexicanos. Para nada. Lo hallado será para las compañías extranjeras que fueron las que hicieron perforaciones para localizar la veta petrolífera, la estadounidense Talos Energy, la británica Premier Oil y la mexicana Sierra Oil and Gas. Y, ¿adivinen de quién es esta última? Del más innombrable de los innombrables, el expresidente Carlos Salinas de Gortari, cuyo cuñado Jerónimo Gerard es el prestanombres.
Ellos, los extranjeros y el corrupto exmandatario se llevarán lo que salga del suelo veracruzano. En la mentira discursiva de los funcionarios mexicanos se profetiza que habrá bonanza para Veracruz y que se generarán miles de empleos y que retornará la prosperidad energética. No es cierto y nunca ha sido tal. Históricamente ninguno de los estados petroleros de México ha tenido prosperidad ni siquiera cuando estaba nacionalizada la industria petrolera.
Al contrario, entidades como Veracruz, Tabasco o Tamaulipas figuran entre las que tienen índices enormes de marginación social. Además, ¿cuándo ha prosperado un pueblo rural en cuyo subsuelo hayan localizado el llamado “oro negro”? Nunca. Tener petróleo en el suelo sólo ha acarreado saqueo, daño ambiental y explotación laboral en las comunidades donde se localizan esos yacimientos. Es una suerte de maldición.
El ejemplo más dramático es el poblado Potrero del Llano del municipio de Álamo Temapache, al Norte de la Entidad, donde a principios del siglo pasado, entre 1905 y 1911, se llegó a tener el segundo pozo productor de crudo a nivel mundial pues se obtenían hasta un millón de barriles por día. Potrero del Llano era la joya de la llamada Faja de Oro de la Huasteca con una riqueza comparada con la de los pozos de Arabia Saudita, Qatar y Venezuela.
Lo contradictorio es que nunca hubo prosperidad para el poblado ni sus habitantes. Toda la ganancia del petróleo extraído fue para empresas norteamericanas. Hoy, un siglo después, los pozos están secos y Potrero del Llano es un pueblo miserable con calles de tierra, sin escuelas de educación superior, sin hospitales y en algunas comunidades sin tener siquiera agua potable. Eso es lo que depara para el Sur veracruzano con el grandioso hallazgo petrolífero, saqueo y miseria, con la canturreada la resurrección de la “gallina zombi”.
Por cierto, hoy lunes estará en tierras veracruzanas el presidente Peña Nieto. Viene a hundir el barco “Comodoro José Azueta” para convertirlo en un arrecife artificial. Seguramente Peña Nieto aprovechará para alabar el famoso descubrimiento petrolífero en la Cuenca del Papaloapan, aunque ya todos saben la trampa en la retórica de ese sepulturero y resucitador de la Gallina-Pemex: ninguna ganancia será para los veracruzanos ni los mexicanos pues los huevos que pónga esa ave-zombi serán para los de afuera.
LA MASACRE DE TEXAS
Cuatro balaceras en un mes que han dejado como saldo 90 muertos son como para confirmar que en Estados Unidos no les hace falta ni los yihadistas del Estado Islámico ni los sicarios de los cárteles mexicanos de la droga. No, los gringos se matan solitos entre sí.
Ayer, un hombre armado –según el reporte al cierre de este texto de que sólo había sido un atacante solitario- disparó contra los feligreses en una Iglesia Bautista del poblado Sutherland Springs en Texas, asesinando al menos a una treintena de ellos.
La “masacre de Texas” se une a la serie de balaceras que han ocurrido en el vecino País en el último mes. La más grave fue la ocurrida el primero de octubre en Las Vegas, Nevada, donde otro tirador solitario disparó desde la habitación de un hotel contra los asistentes a un concierto que se celebraba en la vía pública, matando a 58 personas e hiriendo a 530 más. El primero de noviembre otro loco disparó en una tienda Wal-Mart en Colorado, asesinando a tres personas y el sábado 4 en otro tiroteo suscitado en un casino de California, murió una persona más.
Las armas –desde una pistola Mágnum hasta una bazuca lanza-granadas- las puede comprar cualquier ciudadano en una tienda departamental o por Internet, ya que como dice el cineasta Michael Moore, el pueblo estadounidense vive con miedo y con la pistola en la mano, además de que todo lo resuelve a balazos. Basta ver las películas hechas en ese País en las que un arma lo mismo mata a una persona que a un zombi, a un tomate asesino, a un vampiro, a un fantasma o a un demonio.
Estados Unidos es el pueblo de las armas y cuando no hay enemigo cerca a quien dispararle, lo hacen con su propia gente. Tal es la locura que no hace falta ser alimentada por el fanatismo musulmán o la doctrina del crimen de los narcos para que arroje saldos trágicos. Y más aún con que el poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle es uno de los que guían las políticas de gobierno de Donald Trump al grito de ¡pistolas para todos!, y ¡dispárenle a lo que se mueva!
LOS ESPANTAJOS
En temas políticos, y locales, hay una historia de terror aunque ya pasaron las fiestas de los difuntos: hay diputados locales que se quieren reelegir y otros más quieren postularse como parlamentarios federales. ¿No es para que los pelos se ericen? Y no es leyenda ni mito sino realidad, porque esos personajes tienen rienda suelta como el caso –el más patético de todos- del panista Sergio Hernández, quien ya anda promocionándose para que lo postulen a la Diputación Local por alguno de los dos distritos xalapeños.
La ignorancia es osada cuando no se le pone un límite y en ese señor además es supina. No fue capaz –sepa Dios si por pereza o por taras intelectuales- de terminar una carrera universitaria, pero hace leyes para los veracruzanos, ¡tamaño de aberración! Locura inaudita porque aun con la carencia de conocimientos fue nombrado presidente de la Junta de Coordinación Política y allí se mantiene, a la mala, arrebatándole esa posición al grupo parlamentario del Movimiento Regeneración Nacional.
Pero como dice un famoso corrido: “sin talento no busques grandeza, porque nunca la vas a tener”. Allí están los resultados del señor Hernández en el quehacer parlamentario, pues la presente Legislatura le disputa la mala fama a las anteriores. Las pifias legales y los escándalos de corrupción son el fruto. Entre Hernández y su administrador Francisco Fuentes se han gastado el dinero legislativo en fiestas sexuales, alcohol y drogas, según lo denunció abiertamente su homóloga, la panista, Cinthya Lobato.
Hoy el diputado Hernández quiere repetir en el escaño y galopa en una carrera desbocada al grado de poner su fotografía y nombre a botellas de limpiadores de pisos. Por cierto, dicen su estratega de precampaña, un tal Sergio Melo, electricista metido a estratega de Comunicación Social en la Legislatura y ahí hay la sospecha que el dinero para la promoción del Legislador sale del presupuesto parlamentario. Pero los dos hacen el dueto perfecto porque el señor Melo sabe de electricidad y el señor Hernández es tan corriente que da toques.
Vaya, ese caso es para asustarse o morirse de risa, aunque el consuelo es que los jalapeños harán lo que otros no pueden: ponerle un alto a ese tipo y expulsarlo del Poder Legislativo. En Xalapa triunfarán los candidatos de Morena, si otra cosa no ocurre, y el analfabeta Hernández recibirá lo que se merece. Un caso parecido es el del porteño Bingen Rementería, otra perla negra en la Legislatura, pues ni siquiera acabó la primaria y ¡hace Leyes! Ahora ese junior sin oficio ni beneficio quiere reelegirse aunque también ha confiado que podría buscar un escaño Federal.
Otra panista voraz es la señora Mariana Dunyaska, del grupo de la fallida “Muralla Azul”, quien paga gacetillas para promocionar su “trabajo” legislativo aunque sea deficiente y busca impulso mediático porque quiere ser nuevamente Diputada Federal, según sus voceros. ¿Qué no hay panistas preparados y decentes para las próximas candidaturas? Pero no sólo en el PAN hay tales espantajos, también en el Revolucionario Institucional abundan los esperpentos: el NiNi Juan Nicolás Callejas Roldán y Carlos Morales, así como Ricardo García Escalante –priista ahora pintado de azul- han expresado su deseo de seguir enchufados a la nómina parlamentaria.
En Morena va de repetición el sureño Amado Cruz Malpica, pese a los escándalos de usar las prerrogativas legislativas para costear candidaturas y las giras de Andrés Manuel López Obrador. Y para que a los lectores les dé un infarto –sea de susto o de risa- el tal Gallo Bolo, Ernesto Cuevas y otro analfabeta que falsificó certificados de la UPAV, Fernando Kuri, desojan una margarita para decidir si buscan la reelección o la candidatura a una curul Federal. Vaya plaga que asola al Poder Legislativo, ojalá que los electores los fumiguen en los comicios del 2018.
De colofón se tiene que el pasado fin de semana fue reelecta en la presidencia del Congreso Local, la martinense María Elisa Manterola, como si hubiera realizado un buen papel en el año que estuvo al frente de la mesa directiva. La señora Mantelora –perteneciente, para variar, a una de las familias más beneficiadas por el PRI y la fidelidad en el Norte de la Entidad- es el alter-ego de Sergio Hernández, pues ambos no rebuznan porque no se